El 25 de enero del 2013 se haría la revisión y conteo en el Centro Penitenciario de Centro Occidente, mejor conocido como Uribana. El recinto carcelario albergaba un total de 2.459 privados de libertad, de los cuales 2.321 hombres y 138 mujeres.
Dicha operación coordinada por el Ministerio de Asuntos Penitenciarios, donde se pensaba desarmar a la población y limpiar el penal, culminó mal. Un total de 65 personas fallecidas y más de cien heridas, fue el saldo que dejó dicha intervención del gobierno y por la cual se tuvo que hacer la evacuación total de Uribana.
El penal se había creado para 890 personas pero tenía 1.569 internos de más, casi que triplicaba su capacidad. Todos esos reclusos fueron repartidos en varios penales del país.
La cárcel fue limpiada por efectivos del Grupo de Respuesta Inmediata y Custodia (GRIC), sacando las armas de algunas caletas y remodelando los espacios que allí se encontraban, creando módulos para clasificar a los nuevos internos.
El 6 de abril de ese mismo año, luego de dos meses y siete días de la evacuación, llegaron los primeros 200 internos a Uribana, ahora llamado David Viloria y fueron instalados en el antiguo anexo femenino. Con el pasar de las semanas a la cárcel fueron ingresando más privados de libertad, muchos “guaros” devueltos a su penal de origen. Una vez que se presentaron otros desalojos de otras cárceles, los internos fueron enviados a Uribana, recinto donde había espacio, pero, con el paso de los meses y la incorporación de reos de Caracas, Maracaibo, Coro, Trujillo y Táchira, volvió el hacinamiento. En el espacio llamado “Rodeíto”, por indicación de la ministra Iris Varela, era el sitio de adaptación, pero ahora se encuentran las mujeres.
Relatan los mismos trabajadores de la cárcel que cuando todo comenzó “era bonito”, pues clasificaron los internos y se hicieron celdas en donde dormían de cuatro hasta diez internos, en literas de cemento. Fue pasando el tiempo, incorporaron nuevos reos y se fue sobrepoblando, ahora duermen apretaditos en el piso con colchones. En David Viloria hay un total de 3.279 privados de libertad; más de lo que había en Uribana.
Aún existe la coral, actividad con la que muchos presos despejan su mente, de igual forma destacan quienes hacen trabajos de manualidades y siembran en el mismo penal. Algunos estudian y ven sus clases, pero son pocos.
A unos 500 metros fue inaugurado Fénix, centro penitenciario en donde sólo se encuentran los privados de libertad que ya están sentenciados.
La asistencia hacia los tribunales, de los internos que se encuentran en David Viloria sí ha sido oportuna. Hasta ahora no se han dejado de trasladar; las audiencias han sido suspendidas por otras causas.
No pasó un mes cuando comenzaron a salir a la luz pública las denuncias por maltratos en el centro penitenciario. Humberto Prado, coordinador del Observatorio Nacional de Prisiones, indica que tienen más de 15 denuncias por maltratos. También por la mala alimentación, la incomunicación de los internos, el recorte de las visitas y el no permitir la visita de niños, entre otras causas.
Los familiares de los reos de David Viloria, explican que sólo tienen una visita por mes y apenas les dejan pasar comida preparada, situación que sería ideal si les dieran sus tres comidas, pero es allí en donde los internos aseguran que la alimentación no es la ideal: les dan pasta mal cocida, bollos verdes, mortadelas verdes, algunas comidas con gusanos, que les han generado graves problemas de salud y no han sido atendidos.
Así mismo, al llegar nuevos al penal, los aíslan con la excusa de que se encuentran en periodo de adaptación y pasan más de un mes sin ver, ni saber de su familia, muchos son sometidos a maltratos verbales y hasta les colocan bombas lacrimógenas en el cuarto.
Los seres queridos de los reos indican que las autoridades del penal se han afincado más con las mujeres, quienes deberían ser más respetadas por su género. Son las que más abusos han pasado: les pegan sin importar, les cortan sus cabellos, les han quitado todas sus pertenencias alegando que se las dará el Gobierno y al momento de solicitar un jabón les indican que no tienen.
Claramente les han expresado que si denuncian, las trasladarán a otros penales, o serán sancionadas, según las denuncias hasta les ponen una sustancia que les hace picar la boca y ojos. Las colocan todo el día bajo el sol o la lluvia.
Les han quitado hasta el pase de agua.
Por el cansancio que tenían los privados de libertad de los maltratos, este 22 de junio los de módulo 8, secuestraron la visita, desarmaron custodios y con una granada y dos armas de fuego sometieron a los presentes, generando un enfrentamiento que terminó con un visitante y dos reclusos fallecidos y más de quince heridos.
La situación generó tensión y ha hecho que autoridades tomen medidas más estrictas buscando incomunicar a los internos.
Un privado de libertad que no quiso identificarse en sus cinco minutos que tienen de comunicación a la semana expresó que el desfile que hicieron de orden cerrado, fue para hacer ver que el penal está controlado y todo se encuentra en calma, cuando la verdad no es así. Aseguran que viven un infierno.
Cabe destacar que este año en Fénix se han registrado dos intentos de fuga, que han terminado con víctimas que lamentar.
Prado asegura que no existe nada más peligroso en una cárcel que es meterse con la visita, con la comida y con la libertad y ninguna es respetada en David Viloria, por lo tanto es una situación que está alimentando un odio entre los internos que más adelante puede estallar y de una forma bastante peligrosa, que puede llevar a que los presos se armen nuevamente y tomen el control del centro penitenciario.
Uribana con medida
Humberto Prado, coordinador del Observatorio Nacional de Prisiones, recuerda que desde el 2 de febrero del 2007 la Corte Interamericana de los Derechos Humanos impuso una medida sobre Uribana, en la cual se debían respetar los derechos de los internos y sus familiares, no podían ser sometidos a tratos crueles, ni vejaciones. También se debía clasificar a los internos, desarmar el penal, los servicios básicos debían estar al día, manteniendo las condiciones mínimas para su reclusión, control de enfermedades, un médico para sus tratamientos y permitirles estudiar y trabajar, para que de este modo sean reinsertados en la sociedad.
Así mismo velar que su proceso no tenga un retraso.
Dicha medida aún permanece sobre Uribana, no ha sido levantada, a pesar que el penal fue desalojado y posteriormente habitado bajo otro nombre.
También se dispone que todos los privados de libertad deban estar en el estado donde radique su causa, es decir, quienes fueron evacuados de Uribana deberían estar allí pero sólo el 50% de la población carcelearia fue devuelta.