Para muchos de quienes estudian el tema de la pobreza y el desarrollo humano en el ámbito mundial, regional y nacional, la relación entre ambos temas es de obligatoria discusión, dándose por descontado que para avanzar en la superación de las desigualdades existentes, se requiere no solo de crecimiento económico, sino también de avances importantes en otros sectores no menos importantes y complementarios como la educación y la salud, involucrados en un mayor bienestar y calidad de vida para la población.
Precisamente lo que distingue al nuevo paradigma acerca del Desarrollo, con respecto al anterior que lo circunscribía a un conjunto de variables puramente económicas, es colocar el foco de estudio en la gente, derivando en una visión antropocéntrica que incluye, además de lo económico, lo social, lo ambiental y lo institucional, en términos de sustentabilidad en el tiempo.
Recientemente, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, llamaba la atención en torno a la persistencia de elevados niveles de desigualdad en el mundo, aludiendo a que “las 85 personas más ricas (del planeta) tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial”. Entre sus reflexiones, con motivo de la visita a México, para evaluar junto con el gobierno la evolución económica de ese país, también agregó que” los países con una mayor desigualdad experimentan un crecimiento más bajo y menos duradero”. Reiteró, que pese a los esfuerzos, América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo.
Coinciden esas afirmaciones, con las cifras que revela el Instituto Nacional de Estadística, INE, según las cuales el porcentaje de hogares venezolanos que viven en situación de pobreza pasó de 21,2% a 27,3% y el indicador de pobreza extrema, igualmente se incrementó, al situarse en 9,8% en el 2013, habiendo registrado 7, 1% en el año anterior. En otras palabras, ello equivale a 1,79 millones más de personas pobres; y, de 733.000 más en pobreza extrema.
Más allá del criterio que pueda emitirse para considerar esta situación de carácter coyuntural, esgrimiendo para ello la serie histórica que, efectivamente, muestra la disminución de la pobreza, desde el 1999, cuando alcanzó al 44% de la población; no puede obviarse que la permanencia de la inflación y de un aparato productivo con la mayoría de los sectores deprimidos, según las propias cifras oficiales, hablan de una política económica cuyos resultados atentan contra la reversión de tal situación.
La sostenibilidad económica es clave para la pobreza y el desarrollo humano.
Planteamientos – Pobreza y Desarrollo Humano
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