Trabajadores de emergencias, policías e incluso mineros de carbón fuera de servicio _con ropas de trabajo y cubiertos de hollín_ registraban el viernes campos de girasoles en dos pequeños pueblos ucranianos, buscando entre los restos de un avión de Malasia derribado cuando volaba varias millas sobre los combates en el país.
El presidente ruso Vladimir Putin exhortó el viernes a una tregua en Ucrania y llamó a las dos partes en conflicto a sostener conversaciones de paz tan pronto sea posible.
El día anterior, Putin había culpado a Ucrania del incidente al afirmar que Ucrania es la responsable de la violencia en su territorio, aunque no la acusó directamente de haber derribado a la aeronave, y no mencionó la cuestión de si Rusia dio a los rebeldes ese tipo de misil.
En el desastre murieron 289 personas de una docena de nacionalidades. A mediodía, 181 cuerpos habían sido localizados, según trabajadores de emergencia en el lugar.
Los rebeldes separatistas que controlan la zona donde cayó el Vuelo 17 de Malaysia Airlines dijeron haber recuperado la mayoría de las cajas negras del avión y estaban considerando qué hacer con ellas. La noticia tiene profundas implicaciones para la integridad de la investigación sobre el desastre.
Las autoridades estadounidenses dijeron que un misil tierra-aire había derribado la nave, pero no podían determinar quién lo había disparado.
Ucrania ha pedido una investigación internacional para determinar quién atacó el avión, e insistió en que no había sido su ejército.
El enfadado primer ministro australiano, Tony Abbott, exigió el viernes una investigación independiente sobre el suceso.
«La respuesta inicial del embajador ruso fue culpar a Ucrania por esto, y tengo que decir que eso es profunda, profundamente insatisfactorio», fijo. «Es muy importante que no permitamos a Rusia impedir una investigación absolutamente completa para que podamos descubrir exactamente lo que ha pasado aquí».
«Esto no es un accidente, es un crimen», añadió.
Los restos del avión estaban repartidos por los campos entre dos localidades del este de Ucrania _Rozspyne y Hrabove_ y el acceso al lugar seguía siendo difícil y peligroso. En la carretera desde Donetsk, la principal ciudad de la región, al lugar donde cayó el avión, había cinco puntos de control rebelde, con comprobaciones de documentos en todos ellos.
Los combates parecían continuar en la región. El viernes por la mañana podía oírse el rumor de los lanzamisiles Grad en la distancia.
En los campos de girasoles de Rozsypne, a unos 40 kilómetros (25 millas) de la frontera con Rusia, líneas de hombres se internaron en la densa vegetación para colaborar en las búsquedas. Un hombre se desmayó tras encontrar un cuerpo. Otro cuerpo fue cubierto por un abrigo.
En Hrabove, a varias millas de distancia, se colocaban palos sencillos, algunos hechos con ramas, con telas rojas y blancas para marcar los lugares donde se habían encontrado restos humanos.
El representante del ministerio ucraniano de Exteriores, Andriy Sybiga, dijo que se habían encontrado 181 cuerpos, citando a los trabajadores de emergencias en el lugar. Los cuerpos se trasladarían a Kharkiv, una ciudad situada 270 kilómetros (170 millas) hacia el norte, para ser identificados.
Grandes fragmentos del Boeing 777 con los colores rojo, blanco y azul de la aerolínea descansaban en un campo. La cabina y una de las turbinas se encontraban en torno a un kilómetro (más de media milla) de distancia, y los residentes del lugar dijeron que la cola había caído a unos 10 kilómetros (seis millas).
Un miliciano rebelde dijo a la Associated Press en el pueblo que había visto una parte del fuselaje que parecía haber recibido un proyectil.
En la zona se han producido fuertes combates entre las fuerzas del gobierno y los separatistas pro rusos, y hace apenas un día, los rebeldes proclamaban haber derribado dos aviones militares ucranianos en la región.
Ucrania ha acusado a los rebeldes de derribar el avión de Malaysia Airways. Los rebeldes lo niegan, y acusan de lo mismo a las fuerzas del gobierno, algo que a su vez rechazó el presidente ucraniano, Petro Poroshenko.
Putin culpó a Ucrania por el desastre, diciendo que es responsable por la inestabilidad en las regiones rusófonas del este, pero no acusó a Ucrania de disparar a la nave y no abordó la cuestión clave de si Rusia proporcionó a los rebeldes un misil de ese calibre. Ucrania y las potencias occidentales acusan a Moscú de apoyar a los rebeldes, cosa que Rusia niega.
El primer ministro ucraniano, Arseniy Yatsenyuk, describió el suceso el viernes como un «crimen internacional», cuyos autores deberían ser castigados en un tribunal internacional, según la agencia Interfax-Ucrania.
Un asistente del comandante militar de la insurgencia, Igor Girkin, dijo el viernes bajo condición de anonimato que ocho de los 12 dispositivos de registro del avión habían sido localizados en el lugar donde se estrelló, sin entrar en detalles. Los aviones suelen tener aparatos que registran datos de navegación, así como grabadoras de voz de la cabina, y no estaba claro a qué dispositivos se refería.
El asistente dijo que Girkin aún estaba considerando si dar acceso al lugar del accidente a investigadores extranjeros. Cualquier investigador requeriría permiso específico del mando rebelde antes de poder hacer fotos o videos del lugar con seguridad, dijo.
Kenneth Quinn, de la Fundación de la Seguridad Aérea, dijo que una coalición internacional de países debería liderar la investigación. Estados Unidos se ha ofrecido a ayudar.
Por su parte, el ministro malasio de Transportes, Liow Tiong, insistió el viernes en que la ruta del avión contaba con la aprobación internacional, y negó las acusaciones de que la aerolínea estuviera intentando ahorrar combustible y dinero al hacer un vuelo más directo a través de Ucrania.
El primer ministro malasio dijo que el avión no había emitido señal de socorro antes de caer.
Las autoridades de aviación de varios países, incluyendo la FAA estadounidense, habían emitido alertas para evitar los vuelos sobre partes de Ucrania después de que Rusia se anexionara la península de Crimea en marzo. En cuestión de horas tras el desastre, varias aerolíneas anunciaron que evitarían partes del espacio aéreo ucraniano.
En una rueda de prensa en Kuala Lumpur, la compañía actualizó su recuento de nacionalidades de los pasajeros, señalando que en el avión viajaban 173 holandeses, 24 malasios, 27 australianos, 9 británicos, 4 alemanes, 4 belgas, 3 filipinos, un canadiense y un neozelandés.
En el pasaje había un gran contingente de investigadores y activistas contra el sida reconocidos a nivel mundial, que se dirigían a una conferencia internacional sobre el tema en Melbourne, Australia. Las noticias de sus muertes provocaron un aluvión de condolencias de la comunidad científica global.
En Kuala Lumpur, algunos familiares de las víctimas se reunían con terapeutas en el aeropuerto internacional.
Una afectada Akmar Mohamad Noor, de 67 años, dijo que su hermana mayor iba a visitar a la familia por primera vez en cinco años. «Me llamó justo antes de embarcar en el avión y dijo `te veo pronto»’, dijo.
En Holanda, las banderas ondeaban a media asta en todo el país en señal de duelo.