Las edificaciones son el resultado de una compleja actividad que pone en movimiento muchos factores, algunos de ellos contradictorios entre sí. Por eso no es fácil definir que es arquitectura y a lo largo de la historia se han intentado muchas definiciones. La más antigua nos la dio Vitruvio, un arquitecto romano contemporáneo con Cristo. Vitruvio es, para nosotros, lo que Hipócrates es para los médicos.
Vitruvio nosdice que la arquitectura debe cumplir con tres condiciones: debe estar sólidamente construida; debe ser útil y debe tener gracia. No todos estos factores están presentes en la arquitectura contemporánea. Hay arquitecturas fáciles de desmontar; hay también las que deben ser estrictamente funcionales, como es la Estación Espacial Internacional y muchísimas en las que nadie se acordó de darles un toque de gracia. Las ciudades están llenas de arquitecturas francamente feas y es que en la inmensa mayoría de los casos no se podía hacer otra cosa. En estos tiempos parece que solo para la construcción de las edificaciones más importantes y representativas se destina un presupuesto que permita lograr eso que decía Le Corbusier: “…el juego magnifico de las formas bajo la luz”.
Carlos Raúl Villanueva, nuestro maestro venezolano, señalaba que la arquitectura es “arte social por excelencia”, algo que él logró en abundancia. El punto es que en el coctel de materias que los estudiantes de arquitectura cursan para graduarse, no hay ninguna que tenga que ver con estos dos aspectos fundamentales: calidad estética y calidad social.
La primera carencia es una consecuencia de los 300 años, desde el renacimiento, que los arquitectos estuvieron enfrascados en una polémica interminable acerca cual era el estilo correcto para una edificación. Eso que de arte no han escrito los autores es falso pues mucho han escrito, solo que nunca se pusieron de acuerdo. Esa discusión la cortaron de cuajo los ingenieros cuando establecieron que la belleza de un edificio se deriva de su funcionalidad: un edificio es bello cuando es bueno, es decir, cuando es adecuado a sus fines, rescatando un viejo concepto griego.
La otra carencia es social: no cursamosestudios de sociología que nos digan si estamos trabajando en la dirección correcta. De los muchos desastres socialmente mal diseñados que abundan, quizás lo único que podemos aprender es que la capacidad del hombre para adaptarse a cualquier ambiente es infinita, a menos que la situación se vuelva tan ingobernable que hay que demoler las obras, como ocurrió con las residencias Pruitt-Igoe, en los USA. El problema no es grave mientras diseñamos para usuarios de nuestra misma cultura pues lo que sabemos de nosotros mismos es válido para ellos, pero eso no siempre así.
Cosas que nos faltan
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