Faltando pocos minutos para las nueve de la noche, a la casa de Manuel Antonio Rea, ubicada en el barrio Bolívar de Quíbor, le llegó un amigo indicándole que su hermano como que se encontraba accidentado porque el vehículo tenía rato detenido en plena vía.
El hombre caminó tres cuadras y llegó hasta el Ford LTD azul cuatro puertas, tenía los vidrios abajo y al asomarse al puesto del conductor observó a Miguel Alfonso Rea Rodríguez (35) con una mano en el volante y un orificio en la cabeza. Había recibido un disparo que le quitó la vida en segundos. El sitio estaba oscuro, solo. No había ningún curioso que pudiera decir qué paso, pero sí se apreció que una persona le disparó desde la parte de afuera.
Ya no había nada qué hacer. Fueron los efectivos del Eje Contra Homicidios del Cicpc quienes realizaron el levantamiento del cuerpo. La víctima residía en la misma barriada, era el mayor de dos hermanos y deja huérfanas de padre a tres hembras.
Manuel Antonio indica que su hermano no tenía problemas ni enemigos. No saben qué sucedió. Inclusive no fue despojado de sus pertenencias y el carro estaba intacto. La víctima se ganaba la vida como operador de máquinas.
