El programa de Luis Enrique, “La hora feliz”, tiene mucha audiencia porque a pesar de estar hecho de música popular, es música bien seleccionada y evocadora de mejores tiempos que no pierdenvigencia. Luis Enrique y solamente él asume toda la carga de responsabilidad en su elaboración.
Es, pues, por eso, una especie de Atlas que soportasobre sus espaldas todoel Mundo de la música. Soy su melómano y aprecio su esfuerzo. La música que selecciona, dentro de lo popular, boleros, merengues, guarachas, canciones son un ayer en el cual todavía se hacía buena música. Después de ese ayer, las cosas para la música ya no marchan bien. La música es el arte de la combinar melodiosamente los sonidos agradables a la audición. En ella debe prevalecer lo melódico y lo rítmico y armónico complementan la estructura.
El pasado 28 de junio, “el tenor favorito de Venezuela”, Alfredo Sadel cumplió un año más de su definitivoadios. Sadel fue un cantante de potente y aterciopelada voz que llevó a los grandes públicos de América y Europa la música popular de hispanoamérica. En muchos casos canto sin micrófono, no lo necesitaba; ese adminículo para él no fue necesario. Los cantantes de hoy no pueden prescindir del micrófono.
Además de buen intérprete, fue un excelente compositor. Luis Enrique, en La hora feliz, acertadamente dedico el espacio temporal en comentar difundir su voz y sus canciones. Sadel no sólo cultivó el género popular, también fue un excelente tenor lírico; la música académica, la ópera, tuvo en él a un destacado cultivador.
De modo que es plausible reconocer para el programa su valiosa proyección. Y para la variedad de cantantes seleccionados en los videos que participan semanalmente destacar su escogencia. gracias a ese trabajo denodado de su esforzado conductortodavía en los medios se difunden buenos programas.
Alguien muy acertadamente dijo: “La música es el idioma del alma”. La música es para oírla, para disfrutarla, para posesionados de su belleza movernos cadenciosamente en sus ritmos. Creemos que ese esfuerzo de Luis Enrique goza de una nutrida audiencia. En otros momentos, Abraham Giménez y Napoleón Arráiz, “Pololo” se ocuparon con éxito de programas similares. En buena hora, todavía la sensibilidad del hombre, a pesar de su deteriorado presente, se mantiene y se cultiva. Williams Chakespeare, en una de sus grandes obras, La tempestad, dijo: “Quien no lleve en si mismo algo de música, ni lo conmuevan los sones de una dulce armonía, listo está para la traición y el mal”. Celebro y aplaudo, Luis Enrique, tu constancia y la constancia detu programa.
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