Familiares de Edgar Alvarado, de 46 años de edad, acudieron ayer a la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda, para retirar el cuerpo de su familiar, que fue asesinado el pasado jueves en horas de la noche mientras se encontraba en su residencia, en la calle 3A entre carreras 2 y 3 de la urbanización Brisas del Obelisco, al oeste de la ciudad.
“Mi hermano le dedicó 20 años a la docencia”, dijo Johelin Alvarado, hermana del hombre asesinado. “Al parecer fueron a robarlo dentro de la casa y él se quiso defender con una tijera que estaba cerca de donde estaba sentado, lo inmovilizaron y, con la misma tijera lo apuñalearon en varias oportunidades en su abdomen”, explicó.
Según cuenta Alvarado, quien es directora de la alcaldía de Iribarren y presidenta de la Fundación Intermisiones, Edgar era una persona que siempre se dedicó al estudio, “a formar y a formarse”, ya que estaría terminando el trabajo de grado que le permitiría graduarse como abogado, era especialista de la docencia de la cátedra de matemática, y estaría sacando dos doctorados más, “él no merecía morir de esta manera”, indicó, con mucho dolor por la pérdida.
Alvarado, con lágrimas en sus ojos, reflexionó sobre el suceso en donde fue asesinado su hermano, “¿por qué no robaron y lo dejaron tranquilo?… ¿por qué no lo dejaron quieto?”, dijo.
Explicó que en la casa donde se produjo el delito, quedó la tijera que sirvió como arma blanca, además de huellas en las manillas de las puertas, debido a la sangre expelida por el cuerpo de la víctima y que quedaron en la mano de sus asesinos.
Es por ello que, pide a las autoridades que investiguen y que den con el paradero de los responsables del asesinato del docente, “queremos que se haga justicia, mi hermano no se metía con nadie”. Indicó que existen las evidencias suficientes como para determinar las responsabilidades.
Para finalizar, indicó que en la casa faltaban objetos materiales que se llevaron las delincuentes después del asesinato, lo que da fe que se trató de un robo.
El cuerpo del docente fue hallado por uno de los estudiantes universitarios que estaban residenciados en la casa de Alvarado.
