Una por Palavecino

Los citadinos solemos sufrir por lo menos de dos tipos de inconvenientes: por una parte, aquellos que son el resultado de las insuficiencias de equipamiento: escuelas, parques, vialidad, transporte, seguridad, etc. Otros se derivan del abuso en el uso de los espacios públicos y privados de la ciudad: aceras invadidas por buhoneros, por vehículos y basura, arboles destruidos por gente que odia el verde, mecánicos que trabajan en la calle, vendedores de aceite que arrojan sus envases a la calle, altavoces gritando a todo gañote, clubes de fiesta, toques de corneta, etc.
Los primeros no se pueden resolver instantáneamente por la magnitud de las inversiones requeridas y porque los recursos siempre son inferiores a las necesidades y, por mucho tiempo, las ciudadesdel tercer mundo seguirán creciendo más rápido que los recursos y los problemas seguirán acumulándose.
Los otros problemas son, básicamente, de educación. La gente maleducada, perjudica a los demás. A veces sabe que lo hace y otras ni se da cuenta. Estos problemas se resuelven combinando persuasión y castigo, pero también requieren de tiempo y que la comunidad y el municipio se apoyen mutuamente. Desgraciadamente, a veces la comunidad tiene miedo de reclamar y la autoridad local no se ocupa de los pequeños reclamos de la comunidad. Pero al parecer, algunas cosas están comenzando a cambiar: la Alcaldía de Palavecino acaba de emitir una orden de demolición contra una construcción que se está levantando en la urbanización Chucho Briceño violando gravemente las ordenanzas de construcción y urbanismo. Un vecino, munido de un permiso para ampliar su casa a solo dos habitaciones más, ha levantado dos pisos y puede llegar a tener hasta 19 habitaciones que, se dice, serán destinadas al negocio de residencia estudiantil, afectando la vida de todo el vecindario que ha rechazado el despropósito. Tras un año de lucha, la comunidad ha logrado que la Alcaldía, emita la orden de demolición. Es un signo excelente de que algún orden comienza poco a poco a establecerse.
Está por verse, por supuesto, si, finalmente la obra será demolida.