Que uno es esclavo de lo que dice es algo cierto, y se puede observar de forma clara hoy en el PSUV. El eco de esa sentencia de Chávez que etiquetó a los partidos del puntofijismo como “cúpula podrida de la cuarta república”, hoy se devuelve como un bumerán para alcanzar a la élite de su propio partido. Lo de cúpula no lo duda nadie ya que no disimulan a la hora de autodenominarse junta cívico-militar de la revolución, esa especie de alto mando donde se decide todo en ausencia del pueblo y de su propia militancia, y hasta del funcionariado en ejercicio. Y lo de podrida lo dice Giordani, los foristas de Aporrea, el partido Comunista y medio PSUV, todos los cuales han denunciado la corrupción impune que se desarrolla ya desde hace años.
Lo cierto es que Maduro, en medio de la crisis económica más grande de nuestra historia, se ha limitado a crear nuevos ministerios y ascender militares para comprar lealtades y tratar de sortear su impopularidad incluso dentro de sus propias filas. Las bases del partido sufren la crisis ajenas ya a la burocracia de gobierno que parece vivir aislada de su realidad. Y la militancia media se expresa donde puede (solo en Aporrea) criticando duramente a la clase gobernante sin obtener respuestas más allá de la persecución. Mientras tanto el entorno oligarca de esa cúpula podrida compra medios de comunicación a la carta y sin pena. Todo lo malo de la cuarta república ha quedado ya en pañales frente a esta fiesta grotesca de los chivos rojos.
En la calle no se consigue cauchos, medicinas ni comida. Hasta la cerveza escasea (impensable). El desempleo galopa y por supuesto la inseguridad atormenta ya a todos sin excepción. Pero no hay plan de rescate, tan solo el anuncio de una nueva devaluación que sería la cuarta en menos de dos años. Nadie habla de producción nacional. Según cifras oficiales la inflación proyecta más de 70%, record mundial. Pero tranquilos que se desmontó el magnicidio. Esta realidad insoportable por primera vez está siendo reconocida por los “chavistas” al menos los “de a pie”. Basta leer la página Aporrea para entender el deslave del PSUV y la ilegitimidad alarmante de Maduro. No hay debate ya, todos coinciden que hay crisis y el gobierno no da la talla.
La estrategia de Maduro ha sido la de refugiarse en Diosdado y la cúpula militar. Cree que los fusiles lo van a salvar. Por eso ataca a la izquierda llamándola trasnochada, porque el militarismo no tiene ideología, lo que pasa es que su antecesor fue mucho más hábil en ocultarlo. Lo que no parece advertir es que el grito inconstitucional de que las FANB son chavistas, en su caso y con estas circunstancias es casi un anuncio subversivo y una amenaza de golpe de estado. Y es que él no es Chávez, sino pregúntenle a Giordani. Lo cierto es que la plenitud de la luna llena, pasó ya a cuarto menguante. Veremos.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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