Aferrado más a un milagro que a la propia medicina, Angel di María se sometía el domingo a nuevos estudios de una lesión muscular que lo dejaría al margen del choque de Argentina con Holanda el miércoles por las semifinales de la Copa del Mundo, a la que su equipo llegó por primera en casi un cuarto siglo.
El jefe de prensa de la selección, Andrés Ventura, destacó el domingo que Di María, uno de los puntos más altos del equipo, se aprestaba a hacerse otros exámenes médicos cuyos resultados aún no fueron hecho públicos, un día después que el técnico Alejandro Sabella dijese que «se trata de una lesión muy costosa». Versiones de la prensa argentina aseguran que el jugador habría sufrido un desgarro.
Di María, avasallante por las bandas y quizás el jugador más gravitante después de Lionel Messi, abandonó la cancha lesionado cerca de la media hora en la victoria 1-0 de Argentina sobre Bélgica en Brasilia. Ese resultado le permitió al equipo de Lionel Messi quebrar un maleficio alumbrado en Italia 1990, cuando desde entonces los Albicelestes jamás pudieron superar la valla de los cuartos de final.
El gol de Gonzalo Higuaín al despuntar el partido ante Bélgica fue la mayor alegría de los argentinos y la mayor tristeza alumbró con la posterior lesión de Di María, autor en la prórroga del gol en el 1-0 ante Suiza en octavos de final, cuando Messi se la sirvió en bandeja.
Figura de la cancha con Real Madrid cuando ganó la final de la Liga de Campeones ante Atlético de Madrid, el «Fideo» Di María se lesionó a los 32 minutos después de rematar al arco en velocidad, tras recibir una exquisita asistencia de Messi. Tras ese disparo quedó en el piso, volvió a la cancha y cuando comprobó que no podía seguir se tiró sobre el césped, se llevó las manos a la cara y esperó su reemplazo por Enzo Pérez.
Tras el partido, Di María salió del vestuario con lágrimas y sin poder hacer declaraciones, aparentemente por su estado de conmoción.
«Es una pena lo que le pasó porque queda muy poco tiempo de Mundial y es una pérdida muy grande para la selección», dijo poco antes «Pipita» Higuaín, anticipando, quizás sin quererlo, que solo un milagro haría que Di María juegue con Holanda en Sao Paulo.
Argentina retomaba las prácticas en el atardecer de este domingo en su cuartel general de Cidade do Galo, en Belo Horizonte. Pero a un día del exigente partido ante Bélgica solo se esperaban movimientos livianos, principalmente de los habituales titulares.
Es probable que no haya indicios de quien sería el eventual reemplazante de Di María, pero es probable que si ello ocurre, Sabella apele otra vez a Pérez, el volante del Benfica de Portugal al que no le pesó la responsabilidad de entrar por semejante figura y cuya labor en los 58 minutos que estuvo en la cancha fue por demás convincente.
Mientras está en vilo por la lesión de Di María, el equipo argentino podría sufrir otro cambio con relación al que jugó con Bélgica: Marcos Rojo, suspendido por acumulación de amarillas, volvería a ser titular en el lateral izquierdo en lugar de su reemplazante José Basanta.
No hay motivos suficientes que permitan suponer que Sabella haría otros cambios, tras haber tenido éxito en dos variantes tácticas que realizó ante Bélgica cuando retiró a Federico Fernández de la defensa y a Fernando Gago del centrocampo, y le dio vuelo a Martín Demichelis y Lucas Biglia.
El atacante Sergio Agüero, quien sufrió una lesión muscular en el último partido de primera ronda cuando Argentina venció 3-2 a Nigeria, estuvo en el banco de suplentes, pero no entró.
El ganador de Argentina-Holanda jugará la final el 13 de junio en Río de Janeiro con el vencedor de Brasil-Alemania, que se medirán el martes en Belo Horizonte.