Diversas son las medidas que están imponiendo a los familiares de los privados de libertad de David Viloria, a raíz de las irregularidades presentadas en el módulo 8 en semanas anteriores.
La nueva medida es que los hombres no podrán ingresar como visitantes al centro penitenciario, lo cual perjudica a padres y hermanos, quienes son los únicos que tenían acceso, pues desde hace algún tiempo sólo familiares directos son los que ven a los internos.
Muchas madres y esposas se quejaron porque indicaron que en ocasiones se turnaban con los padres o los hermanos para que las ayudaran. Un señor, quien no quiso identificarse, comentó que es la única persona con la que cuenta su hijo, porque su madre se encuentra enferma, aparte no son del estado y ella no puede viajar. Ahora, con esta nueva modalidad, quién sabe cuándo podrá saber de su muchacho.
Varias son las quejas y es que no pueden pedir información como es debido porque se encuentra a 500 metros del penal y ya no tienen acceso a los directivos del mismo para que les den un tipo de respuesta.
“Simplemente están tomando acciones en contra de todos, sin consultar. No todos los internos tienen el mismo comportamiento que los del módulo 8 y quieren castigar a todos; eso no debe ser así.
Deben tener consideración con la familia y sobre todo con los que vienen de afuera. Nos quitaron el pase de comida cocinada como queríamos. Ahora sólo son dos bandejas y el único líquido es agua, la comunicación por teléfono es esporádica y la visita una vez al mes. También van a prohibir que los vean sus padres y hermanos y algunos hijos”, exclamó una dama quien prefirió resguardar su identidad.
Los echan para atrás
Una pequeña cola de mujeres vestidas de blanco se encontraba en la parte de afuera de Fénix, específicamente en una casita de barro situada frente al penal. En el sitio se encontraba una trabajadora del centro penitenciario.
Los módulos 3 y 4 del David Viloria tenían la visita conyugal. La trabajadora pedía el nombre del interno; en un listado revisaba si se encontraba, junto a su nombre se encontraba el nombre de la cónyuge que había sido aportado por el mismo reo y si concordaba con el de la persona que allí estaba se le pedían varios documentos para ingresar al penal.
El certificado de salud (para el cual se deben realizar una citología), examen de heces y de VDRL, que indica las enfermedades venéreas, además piden examen de VIH para determinar la existencia del sida, un eco o una prueba de embarazo, además de copia de la cédula de identidad, fotos tipo carné, acompañado del acta de matrimonio o carta de concubinato y ya teniendo todos los requisitos podían ingresar.
Al lado de la trabajadora social, más de una lloraba, porque no sabían que debían consignar todos esos requisitos, además se presentaron casos, en los cuales las mujeres no aparecían a pesar de haber llevado todos sus papeles. Y es que se supo que algunas trabajadoras sociales extraviaron documentos y existe un poco de desorganización en el lugar y por todo ello no pudieron pasar a la visita y quedaron por fuera.
La falta de información por parte de autoridades del centro penitenciario ha reinado. Se le pidió a la trabajadora del penal saber cuáles eran los requisitos, para darlos a conocer a la colectividad a través de los medios de comunicación y evitar el desconocimiento de los familiares de los internos. Sin embargo, de forma muy arrogante, contestó que no diría nada al respecto. De inmediato escondió el carné que la identificaba como trabajadora.
Familias sin trabajo
Otra de las partes afectadas por las medidas adoptadas en el antiguo Uribana, es el de las trabajadoras que se encontraban en las afueras del penal, tras el desalojo de cinco puestos comerciales. Los visitantes aprovechaban para dejar al resguardo sus pertenencias, comprar las bandejas adecuadas para la comida y agua. Quienes querían desayunar o merendar aprovechaban la facilidad de los puestos.
Esta situación perjudica a varias familias, de donde dependen niños pequeños. Las afectadas indicaron que es su único modo de vida. De un día a otro acabaron con el esfuerzo de años.
Hasta ahora no les han prohibido instalarse en otra zona.
Sólo esperan que las autoridades establezcan los límites del cono de seguridad (podría tener tres kilómetros) para saber dónde podrán trabajar y así definir su destino.