Los argentinos se comieron las uñas, fumaron sin parar y soplaron el aire gélido el martes, cuando sufrieron el pase a cuartos de final hasta que apareció ‘el Ángel’ Di María con el gol de la victoria sobre Suiza.
“Me comí las uñas y los dedos también, ¡qué partido por Dios!”, celebró Sandra Lobero, un ama de casa de 44 años, que salió a la calle en Buenos Aires a ver en pantalla gigante el partido que selló el pase a cuartos de final del Mundial Brasil-2014.
“El milagro llegó al campo del lado argentino”, gritaron de inmediato comentaristas de televisión mientras se sentían los gritos del gol como un estertor urbano en todas partes de la Capital que celebraban la hazaña de Di María, volante del Real Madrid, en el minuto 118 de un partido agónico.
“Olé, olé, Messi, Messi”, entonaron miles de hinchas en “puntos de aliento” en distintas partes del país donde terminó un partido calificado de “sufrido” y “al límite”, donde sin embargo los comentarios futboleros locales celebraron una selección “más agresiva” como equipo.
“Uuff”, el sonido del alivio o de la desesperación fue entonado por grupos multitudinarios que tuvieron que escapar una vez más en este Mundial de los trabajos o colegios para ver el partido Argentina-Suiza en pantallas gigantes en espacios públicos en distintas partes del país.
La alegría por la victoria se festejó en las principales capitales de provincia, en algunas con interminables caravanas de automóviles, motonetas y bicicletas adornadas con banderas y cintas celestes y blancas.
“Por suerte durante los últimos minutos no tuvimos ninguna llamada de emergencia, pese a que ese final fue infartante”, dijo Francisco Cornier, director del Servicio de Emergencias Sanitarias de Rosario (300 km al norte).
En Rosario, ciudad natal de Lionel Messi y de Di María, hubo festejos en los barrios de General Las Heras y La Cerámica, donde transcurrieron los primeros años de ambos ídolos.
En Buenos Aires, “el punto de aliento” de la Plaza San Martín, en pleno centro, convocó 20.000 personas, según una estimación de la Policía Metropolitana en el lugar.
“¡Romero bestia!”, vociferaban en honor a Sergio Romero, el portero de la Albiceleste, elevado casi al estatus de héroe como Lionel Messi, desde su desempeño frente a Nigeria la semana pasada.
“Si no venía a ver un poco me comía las manos”, dijo a la AFP Oscar, un oficial de la policía que prefirió no dar su apellido porque en teoría estaba en servicio pero estacionó su patrulla justo frente a la pantalla gigante para ver a su selección.
Cada vez que Messi, el capitán del equipo, tocaba la pelota, explotaba la alegría entre la multitud tirando al aire papelillos con los colores de la bandera.
“Esto ha sido sufrir como loca”, contó Mia Armas, una peluquera de 32 años, que estrujaba sus manos en una bandera argentina.
Nicolás Guido, de 26 años, no se quedó atrás y admitió que casi pierde el aliento viendo el trabajado pase a cuartos de final.
“Casi me muero, no se puede sufrir así. Me hicieron llorar el corazón”, dijo Guido.
Una vez confirmada la victoria la calle se fue llenando de a poco de vida, de bocinas de autos y gritos de euforia.
“Se lo merecían, hicieron un gran partido”, dijo Laura Frías, 39 años, que llegó a la plaza porteña con sus tres hijos y aprovechó para celebrar: “¡Aguante Romero! porque nadie creía en él y yo sí”.
El único hincha suizo entre la multitud argentina de Buenos Aires fue el brasileño Felipe Borges, un profesor y cantante de 26 años, que deseó el triunfo helvético “porque no quiero que Brasil juegue con Argentina”, dijo.
El triunfo también lo festejó Bruno Ruggeri haciendo flamear una bandera argentina a 4.200 m de altura, en el tramo de la Cordillera de la provincia de San Juan (centro-oeste).
Las imágenes fueron transmitidas por la televisión y fueron tomadas por las cámaras que siguen la escalada y que transmiten por internet.
