Del Guaire al Turbio – Síndrome de Jezabel

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Pelo de Estambre, una de las féminas del actual régimen, sufre tal síndrome y, además, de tener un título universitario, lo sacaría  en un rifa. Esa señora abre la boca y nos deja con la nuestra abierta: eructa sandeces. Hace poco vociferó que había pedido a la Interpol atrapar, donde quiera que se encuentren, a los imputados por ella como magnicidas posibles. Se dice por ahí: estos genios al revés han confundido magnicidio con fumigación. Acotemos que ese organismo de seguridad internacional tiene asaz trabajo persiguiendo casos reales para ocuparse de los ficticios y, por supuesto, de los hechos y no de los presuntos.
Diría Sto. Tomás de Aquino: de lo que está en acto y no en potencia. Pero así está de coja la justicia en este país, se va con saña tras lo que podría ser y no tras lo que es: los victimarios de las decenas de cadáveres que ingresan a diario en la morgue, los autores de los secuestros, los asesinos uniformados de las fuerzas armadas, los sin uniforme de los colectivos, los que cómodamente sentados desde sus escritorios ministeriales ordenan las matanzas.
Lista larga de quienes Pelo de Estambre debería investigar, agreguemos unos más: los que se han enriquecido importando comida que han dejado podrir, los que construyeron viviendas para el pueblo que se están desmoronando, los que viajan al exterior en innumerables cortejos con viáticos jugosos, los traficantes de drogas con cuentas en el extranjero, etc., etc. Investigarlos, probarles la culpabilidad y denunciarlos, pero no apresarlos, no le toca, como ella ha pretendido más de una vez: “Mira tú, fulano o fulano, que te meto en la cárcel”, ¡qué bocaza! A ésta y a otras, las señalo como sufrientes del síndrome de Jezabel, tal, la Cara de Pingüino del eterno “resultado irreversible”, la otra que descubrió ante el mundo, cual nueva y melenuda Cristóbal Colón, que sólo se llama tortura la que se hace al reo para que confiese, luego, se hace, ¿no es cierto?; las que entregan la justicia al poder ejecutivo y la llamada de Miraflores –rebote de la de Cuba- les hace cambiar una sentencia; la que quebranta el rostro de una compañera de la cámara legislativa mientras ríe el vesánico que la preside.
Me detengo, agreguen los lectores otros casos memorables, yo debo dar a conocer, para quienes no lo sepan, quién es la tal Jezabel. Es alguien que debe haber inspirado la lady Macbeth de la tragedia de Shakespeare. Está en las lecturas de las misas recientes: 1Reyes 21, 1-16 de la Biblia. Ajab, rey de Samaria, se antojó de la viña de Nabot y como no quiso vendérsela, se metió en la cama con morriña, triste resultado de la envidia. Su esposa Jezabel, con más maligno guáramo, se las arregló para que acusaran a Nabot falsamente de maldecir a Dios y al rey –tal como nuestro sonado magnicidio- y lo mataron a pedradas. La viña, ya sin dueño, fue el regalito de la mujer para su apocado marido. Saquen ustedes conclusiones, la mía es: cualquier parecido con la realidad es intencional.

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