“La actividad empresarial interna no es una alternativa: es la única actitud para sobrevivir» Hulki Aldikacti (Creador del auto deportivo Fiero de la Pontiac)
Las personas que realizan la innovación dentro de las empresas, son muy parecidas a los empresarios. Académicos como Edward Roberts, de MIT, han descubierto mediante pruebas psicológicas grandes similitudes entre ambos grupos, y los gerentes también las están observando para sí mismos, cuando sus empresarios internos se van de la empresa para emprender negocios por su cuenta.
Si bien el reconocimiento de esta analogía ha ayudado en general a manejar la innovación, también ha traído algunas consecuencias menos deseables. Existen mitos generalizados acerca de los empresarios; ideas erróneas que, cuando se llevan al ambiente de la compañía, no permiten pensar con claridad acerca de los empresarios internos y su relación con la organización.
Si fueran verdades, sería poco menos que imposible que las personas de espíritu empresarial trabajarán dentro de las empresas. Por fortuna no lo son. Claro esta, que conocer dichos mitos, junto con los hechos reales, acabarán con los temores de emplear personas de espíritu empresarial dentro de la empresa.
El primero habla, de que la motivación dominante del empresario es el deseo de enriquecimiento. La opinión general es que a los empresarios los mueve la codicia, que lo fundamental de su carácter es la concupiscencia del dinero, que los lleva a hacer cosas que la gente común y corriente no haría. La verdad es, que el dinero en muy raros casos constituye el principal impulso de los que han tenido éxito. Su actitud hacia el es compleja e íntima. Claro que si les interesa, pero no es el principal amor de su vida.
Lo que impulsa al empresario es una necesidad profunda y personal de realización, necesidad que generalmente se materializa en una visión específica de lo que quiere alcanzar.
En el caso del empresario interno, gran parte del marcador se anota en términos de dinero ganado para la compañía, más bien que de compensación personal. Alguien puede decir : » Yo he creado un nuevo negocio de 10 millones y me siento muy contento con esa realización». Naturalmente, que este sólo tipo de satisfacción no dura mucho tiempo, y al fin y al cabo, hasta el empresario interno necesita algo de dinero para llevar a su casa, y algo parecido a la libertad que el empresario independiente gana cuando puede obtener capital. Dado que el propósito principal del empresario interno no es la ambición, se pueden idear maneras de recompensarlo adecuadamente.
El anhelo fundamental de los empresarios, tanto internos como independientes, es realizar su visión y poder decir; «Yo lo hice». Al facultarlos para ejecutar su visión, la empresa da un paso importante en la competencia efectiva con los inversionistas especulativos.
Definitivamente, recordemos lo que nos señalo, David McClelland, profesor de sicología de la Universidad de Harvard: » A la luz de la teoría tradicional de negocios, sorprende un poco enterarse de que al empresario no parece impulsarlo irrisistiblemente a la acción, la perspectiva de ganancia; los que no tienen una alta necesidad de realización son los que necesitan de incentivos monetarios para trabajar, pero la persona que si tiene esa alta necesidad, trabaja duro de todas maneras, siempre que haya la oportunidad de realizar alguna cosa. Le interesan las recompensas monetarias o las ganancias principalmente por lo que le indica, si lo esta haciendo bien. El dinero no es el incentivo para el esfuerzo, sino más bien la medida de su éxito, para el verdadero empresario».
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