Como necesitaba algunas cosas en casa, cuenta mi vecino, salió poco después de las 09:00 am “de cacería” a ver que conseguía. Adviérteme que en su lista no estaban cosas imposibles como leche, aceite –el único que siempre hay es el importado de oliva- , papel tualé, harina de maíz, harina de trigo. De eso ya se había olvidado hace rato. Buscaba cosas menos codiciadas. Cuenta que recorrió tres supermercados medianos –uno de chinos-, dos panaderías-minimercados, dos bodegones, dos farmacias-mercado y una tienda de mascotas porque “los perritos también comen”. En el séptimo comercio del “tour”… ¡Consiguió jabón de baño! que no había conseguido en ninguno anterior. Lo festejó “sintiéndose Messi salvando a Argentina en el minuto 91”. ¡Qué vergüenza! agrega uno, a esto nos han llevado el Maduro-cabellismo y Giordani. A alegrarnos “porque conseguí jabón”. Son los “logros” del estatismo salvaje: “La suprema felicidad”. Por cierto, ¿qué será de la vida de la Viceministra de la Suprema Felicidad?
Pero volvamos con las cuitas de mi vecino: “En ninguna parte vi pasta venezolana, solo unos escasos empaques de espaguetis importados de Italia. En un solo estante vi desodorantes que no fueran MUM bolita. En el “chino” logre comprar dos bolsitas pequeñas de jabón para lavar ropa, una panela de jabón azul, que tampoco había en ninguno de los anteriores comercios… ¡Y un combo de dos rollos de servilletas de papel! Increíble. Para los perritos si conseguí la “perrarina” – de otra marca – no la que buscaba, pero sirve. No hubo forma de que pudiera comprar insecticida spray de ninguna marca aunque la invasión de moscas – producto del pésimo servicio de aseo urbano que recibió Alfredo – lo convierte en un producto de primera necesidad. Nunca vio los desinfectantes tipo Mistolín, de ninguna marca, aunque esos no lo buscaba pues aún tenía la reserva de dos frascos de “una cacería” de semanas anteriores por la que dio un abrazo a la vendedora de aquella tienda de una transnacional de productos de limpieza.
Y un “gusto pequeño-burgués” que tiene por las galletas de soda – ¿deberá pagar penitencia por ese pecado? – casi lo está perdiendo. Tampoco pudo comprar, para regalarle a las nietas, ni las compotas ni los juguitos ese pequeñitos tan útiles para llevar al preescolar. La última vez que vio compotas en una anterior “cacería en mercados” un cartel decía: “Solo 6 por persona”. Pregunta mi vecino: ¿Debo decir “algo es algo” para seguir asemejándome a los sufridos hombres nuevos del “Mar de la Felicidad? Uno cree que la memoria ya nos está fallando y quizás imagina cosas, pero… ¿Antes no había abundantes latas con una leche en polvo que decía “Prebio”? digo, para los niños. ¿Y otras en latas o en sobres que decían “leche en polvo descremada”? deben ser cosas de la imaginación.
El vecino regreso de “la cacería” cerca de las 06:00 pm, recordando la carta de Giordani en la cual reclama airadamente cualquier intento de la “revolución” en modificar lo que Ramírez, el de Pdvsa, llamó “el éxito total del modelo económico”. ¿Se acuerda usted, estimado lector? Lo dijo en aquel debate-diálogo con la MUD en Miraflores, del que los jerarcas rojos salieron tan mal parados que decidieron “patearlo” y jamás repetir un debate así en Tv. Carta de Giordani que no menciona para nada la “guerra económica”. Lo traiciono el subconsciente. Siempre fue una coba para tapar el desastre económico y social que ahora admiten, y al pueblo mantiene en una permanente “cacería”.
Sin tregua – “De cacería…”
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