El teatro no escapa a la crisis. Este año, el contexto político, social y económico ha vapuleado las tablas y las iniciativas de grupos y compañías, incluso, los escenarios poco a poco han ido activando sus carteleras, tras la sequía de espectáculos producto de las manifestaciones que desde el 12 de enero se desarrollan en el país. Mañana se celebra el Día del Teatro.
El complicado acceso a las divisas afecta la importación de telas y los costos de los equipos de sonido e iluminación se han elevado, de esta manera plantea el actor y dramaturgo larense Ramone Díaz la situación actual del teatro, enfatizando que se trata de una vocación de la que lamentablemente no se puede vivir, por ello, todo el capital humano que da vida a Teatro Andante desempeña otras profesiones u oficios, tal y como sucede en otras agrupaciones.
Díaz, quien debutó en las tablas en 1982, comenta que en vista de los pocos espacios para cristalizar propuestas teatrales y la inversión que implica un montaje decidió llevar el teatro a las comunidades, como una especie de estrategia para captar espectadores y acercar a la gente a las artes escénicas.
«Esta forma de hacer teatro se viene dando en Europa por la crisis económica. Pagar el alquiler de un teatro no es sencillo. El teatro debe apropiarse de otros espacios y facilitar ese encuentro entre las comunidades y el arte. Hay que diversificar».
La calidad no varía en lo absoluto, dijo el director de Teatro Andante. Todo aquello que tiene que ver con la puesta en escena se mantiene intacto, desde la tarima, las luces, el sonido, el vestuario y la sustancia de la obra. Todo tal cual como en el teatro pero en urbanizaciones, comunidades o espacios alternativos.
Facetas
Teatro Andante agrupa a unas 70 personas que en el día trabajan y en la noche ensayan, confiesa el actor.
«Enfermas, ingenieros, arquitectos, abogados, periodistas, entre otros profesionales que en el día trabajan y en la noche hacen teatro para ser felices porque de este oficio no se puede vivir. Lamentablemente, el apoyo no es el que uno quisiera ya que como la gente te conoce no asiste o no quiere pagar un poco más. Luego se sorprenden con las actuaciones y la puesta en escena”.
“El teatro se vuelve un apostolado. A quien le gusta el teatro lo hace. Y es como dijo Federico García Lorca un pueblo sin teatro es un pueblo muerto. El teatro siempre ha existido, el ser humano siempre ha sentido esa inquietud artística, es en el teatro donde la gente se refleja mejor”.
Espacios
Además del alquiler que tienen que pagar los grupos para presentarse en un lugar digno, los pocos espacios que existen disponen de muy pocas fechas en su programación. Por lo general el Teatro Juares está repleto al igual que el auditorio Julio Pérez Rojas de la Gobernación del estado Lara. El auditorio Ambrosio Oropeza de la UCLA se encuentra cerrado actualmente por mantenimiento. Los auditorios del Colegio de Médicos y de Abogados aunque son una opción son pequeños y registran sus propias actividades.
Costos
Todo ha subido, comenta Díaz, desde el alquiler de los escenarios hasta los precios de las telas, el alquiler de los micrófonos y las luces.
“El problema es que todo sube pero no podemos aumentar el valor de la entrada porque la gente se molesta. Desde hace cinco años seguimos cobrando lo mismo. Con el teatro regional el espectador es mezquino. Eso no pasa con los artistas o propuestas nacionales, por las cuales la gente paga hasta cinco veces lo que nosotros cobramos”.
Es natural, añade, que la gente quiera ver en vivo a esos artistas, es algo universal, pero también es importante apoyar al talento local. Falta apoyo del público y de las instituciones encargadas de promover la cultura.
“Si logramos que la gente entienda que ir al teatro es tan divertido como ir al cine otra fuera la historia”.
Antes el Conac apoyaba, ahora los grupos no tenemos apoyo de ningún organismo.
Anteriormente, el alquiler de cada micrófono inalámbrico tenía un costo de Bs. 500 bolívares, hoy día cuesta Bs. 1.500 cada uno. La tarima cuesta alrededor de Bs. 8 mil.
“Una vez fuimos a comprar telas y no había nada, armamos las cosas con varios tipos de telas. Con Bs. 900 hacíamos cuatro pendones, ahora con Bs. 1.000 hacemos uno. Las entradas, en cartulina, nos salen en 3.000 bolívares, dejamos de imprimir volantes. Hay que ingeniárselas ante la crisis. Estamos sufriendo las consecuencias como todo el mundo”.
Crear una cartelera
Mientras que en Caracas el público cuenta con una cartelera teatral permanente al igual que la del cine comercial y alternativo, en Barquisimeto y otras regiones las presentaciones son esporádicas.
“Ocurre que puedes encontrar una fecha disponible y te presentas pero si al día siguiente quieres repetirla por su éxito no se puede porque hay una graduación, un concierto, etc. Los grupos de teatro no tienen la facilidad para montar una temporada como ocurre en Caracas, Buenos Aires o México. Sería buenísimo que una semana al mes los teatros les guarden un cupo a las agrupaciones que venimos trabajando, eso además forma al público porque sabe que esa semana será dedicada a las artes escénicas, por situaciones de ese tipo es que nace esa alternativa de llevar el teatro a las comunidades”.
¿Censura?
El teatro no ha sido solo para divertir, también es para presentar una realidad que a muchos incomoda, así ha sido a lo largo de la historia, sostiene Díaz.
“Por una parte el público quiere divertirse, por otro lado es posible que la gente tema hacer una obra de denuncia por miedo a represalias, obviamente existe censura en el país. Teatro Andante trabaja con la dramaturgia nacional, Cabrujas, Chalbaud y Chocrón, el teatro reflexivo hace falta”.
“Eso también se hacía en el cine nacional, mostraba la realidad del país. Y el espectador lo agradece, aplaude las denuncias que se hacen a través del cine y el teatro. Como lo dijo Luis Chataing en una oportunidad, si uno se va a callar es mejor bajar el telón”.
