“Los muchachos dentro del penal tienen tres comidas: palo en la mañana, palo al mediodía y palo en la noche”, exclamó, entre lágrimas, una mujer proveniente del estado Portuguesa, quien acudió al Centro Penitenciario David Viloria, conocido como cárcel de Uribana, al conocer los sucesos del pasado domingo dentro del recinto de confinamiento, con la intención de conocer la suerte de su esposo.
Por tercer día consecutivo, un nutrido grupo de familiares permanecía a la expectativa del estado en el cual se encontraban los privados de libertad, luego del motín dominical. Madres, esposas e hijos se mantenían a la espera de algún listado, una comunicación o cualquier otro elemento que les permitiera conocer la situación.
No obstante, durante la mañana del martes no les fue posible apostarse en las inmediaciones de la antigua Uribana. Un grupo de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana impedía el paso en la curva de la Comunidad Penitenciaria Fénix. Desde ese punto, solo tenían acceso vehículos oficiales.
Trascendió de manera extraoficial que durante tres meses la visita permanecerá suspendida. También que los internos heridos en el Hospital Central Antonio María Pineda y otros centros de salud de la entidad, fueron reingresados a la penitenciaría. Algunos familiares manifestaban haber escuchado rumores sobre posibles traslados en las próximas horas, lo cual no pudo constatarse.
“Lo único que pedimos es que nos den razón de nuestros hijos, que les den comida y no los golpeen más”, expresó otra dama procedente de San Felipe, estado Yaracuy, quien también pidió mantener su identidad en reserva. Contó que a su hermano lo trasladaron hace 15 días desde la Comandancia de Poliyaracuy a la penitenciaría larense, y desde entonces no sabe nada de él.
“Los custodios nos piden 150 bolívares para pasarles una botella de cinco litros de agua. Pero lo peor es que muchas veces ni siquiera se la llevan”, aseguró la joven.
“Me arrancaron a mi muchacho de los brazos”
“El domingo estuve en el rebullicio que se formó aquí. Como pude entré al módulo 8B y pude ver a mi hijo y abrazarlo, pero un custodio me lo arrancó de los brazos y comenzó a maltratarlo delante de mí. El funcionario me ordenó que me fuera o me dejaba presa”, relató una mujer de avanzada edad, proveniente del estado Táchira.
Contó que su hijo fue condenado por un Tribunal de la entidad andina, sin embargo, su causa se encuentra en este momento en fase de apelación. “Tengo la esperanza de que saldrá libre, porque él es inocente”.
Apuntó que “cuando abandoné el lugar le advertí al custodio: Tte lo estoy dejando vivo, respeta su vida”.
“Nos ofrecieron comunicarnos”
Otra señora, proveniente del estado Zulia, señaló que “una funcionaria del Ministerio de los Servicios Penitenciarios nos ofreció comunicarnos telefónicamente con los muchachos, para que ellos mismos nos contaran como están. No obstante, hasta el momento no han cumplido”.