Los vuelos espaciales tripulados han sido una gran escuela. Las naves como la tripulación han contribuido enormemente con los conocimientos. Epistemológicamente han sido muy productivos. Los vuelos espaciales se iniciaron en abril de 1961. Pero ya el 4 de octubre de 1957, el Sputnik I había surcado el espacio. ¿Cuáles han sido las novedades? Desde entonces, tanto astronautas como cosmonautas informaron que en el espacio priva una eterna noche. Ese espacio oscuro lleno de puntos de luz que nos obsequia la noche refleja la realidad aportada por los tripulantes de las naves espaciales.
En 1995, desde la nave Endeavour, dos astronautas realizaron una caminata espacial fuera de la nave. Con la tierra azulada, arriba, como trasfondo, los astronautas realizaron la caminata para probar nuevos guantes con calentadores para las puntas de cada dedo, activados por baterías de 3.1 voltios, colocadas interiormente para contrarrestar el intenso frío, con temperaturas de 55 grados celsius bajo cero. De modo que ya se sabe que el espacio no es tan sólo oscuro sino también sumamente frío.
Las naves también han contribuido epistémicamnte con su poderosa lección: para escapar de la obstinada atracción ejercida por el campo gravitatorio y con valor manifiesto en el espacio atmosférico de la Tierra, la nave tuvo que alcanzar la velocidad de escape de 11,2 kilómetros por segundo ejercida por la atmósfera para que consiguiera salir al espacio abierto. La misma nave que hubo de vencer con su peso de varias toneladas el campo gravitatorio, luego, fuera de la atmósfera, en el espacio infinito, es imponderable; no hay atracción y sus toneladas de peso, en este medio desaparecen como por arte de magia; y por eso, en las pantallas de los medios visuales, se les observa flotar cual briznade algodón.
Navegar por un medio donde los cuerpos flotan es verdaderamente elemental y fácil. El problema está, en que mientras el espacio es relativamente inactivo, la nave y su tripulación en sí, no gozan de esa inactividad. La inactividad espacial se debe a que la energía que lo llena es negativa, energía sin carga, digamos: neutra. En tanto que la nave y la tripulación, como elementos materiales, pertenecen al campo de la energía positiva. Y cualquier ingreso de la energía negativa espacial a los sistemas materiales de lanave y de la tripulación, se transformará en ellos en energía positiva. La energía espacial convertida en energía positiva parece que pudiera producir un desequilibrio patente. De ser así deben haberse tomado previsiones sin que se tenga conocimiento de ello. El peligro estará siempre latente.
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