“A los privados los sacaron a la cancha desnudos y los golpearon mucho”, dijo Arnaly Jiménez.
A las 4:50 pm., salió el primer lote de familiares secuestrados. Las mujeres gritaban desesperadas pidiendo auxilio. A una señora le sangraban las manos y las piernas porque recibió perdigonazos. Otra mostró los que le propinaron en el glúteo y en la cadera.
“Pasan hambre y trabajo porque a diarios les pegan. Quieren traslado”, decían las mujeres.
“A mi hijo me lo arrancaron de los brazos y lo golperaron. ¡Ay me lo van a matar, Dios mío! esa gente como que no tiene familia”, gritaba en medio del llanto, Marbelis Ramos, oriunda de Caracas.
“Están enfermos con escabiosis. Perdieron el peso, no les dejan pasar medicinas ni alimentos”, declaraba otro familiar.
Desde adentro los reos se comunicaban con sus parientes, los llamaban por teléfonos y en medio de la desesperación muchos recordaron el nuevo régimen penitenciario, “eso es mentira lo que dice Iris Varela, ¿cómo es que meten celulares y sustancias estupefacientes para allá? son los mismos custodios los que se la pasan.
Las ambulancias entraban y salían trasladando a los heridos, cifra que no se confirmó pero que supuestamente pasó de veinte.
Minutos después desde adentro del penal lanzaron una bomba lacrimógena para las adyacencias, lo cual causó revuelo y trancaron la avenida principal quemando cauchos y basura.
Un hombre la agarró y la lanzó de nuevo, después los guardias salieron y lo detuvieron.
Pedían la presencia de los fiscales del Ministerio Público y un pronunciamiento de la ministra para Servicios Penitenciario, Iris Varela.
Finalmente un torrencial aguacero sumado a los gases lacrimógenos dispersó la presencia de los familiares, pues muchos de ellos se sentían asfixiados por los gases.
Para hoy se espera un pronunciamiento oficial por parte de las autoridades y la identificación de los fallecidos.