«Con pobreza no puede haber paz en un país», expresó el economista y ganador del Premio Nobel de la Paz 2006, Muhammad Yunus, quien visitó Venezuela para ofrecer una conferencia.
Apenas 48 horas permaneció en tierra de Bolívar, pero alcanzó para explicar su experiencia como creador del sistema de microcréditos, estructura que ha ayudado a muchos pobres de su país natal, Bangladesh, a salir de la miseria convirtiéndose en pequeños empresarios.
En la rueda de prensa que ofreció, apenas bajó del avión, expresó su opinión sobre los problemas sociales universales, como la pobreza y su relación con la política.
«Yo siempre digo que cuando se habla de paz el concepto que prevalece siempre es la ausencia de guerra, pero esa es una interpretación muy limitada. La sociedad no puede estar en paz dejando atrás problemas críticos para los ciudadanos, porque estos van creciendo y un día explotan, como por ejemplo la pobreza», manifestó.
«Si esta se ignora y se deja que arraigue y aumente, se vuelve inflamable: se convierte en una amenaza para la paz. Esto es válido para este país y todo el mundo», recalcó el premiado.
El fundador del Banco Grameen o Banco del Pueblo, institución sin fines de lucro que se dedicó a prestar pequeñas sumas de dinero a personas con pocos recursos, a quienes después hizo accionistas, se refirió a lo que considera debe ser la relación entre control gubernamental y actividad económica privada.
Considera que al convertir al Estado en un prestamista se corre el riesgo de que ello transmute en una forma de manipulación política, pero si el Gobierno incursiona en la empresa económica debe ser como regulador para garantizar que prevalezca el interés social.
«Es el problema que vemos en todo el mundo. Los microcréditos y el Gobierno tienen una muy mala química: No funciona. Cuando el Estado ayuda a los pobres con dinero, su interés político se vuelve más importante y ya no están interesados en decirle a la gente que devuelva, si no en conseguir su apoyo político, por eso se vuelve un concepto muy atractivo para los gobernantes», dijo.
«En una economía donde coexisten los dos sectores, público y privado, entonces el papel del primero es asegurarse de que ambos trabajen de una manera eficiente, disciplinada y correcta. Cuando fundamos el Banco del Pueblo nuestro interés era ayudar a la gente a vencer la pobreza, pero luego otros empresarios lo hicieron con el único objetivo de hacer dinero gracias a los pobres. Allí es donde debe intervenir el Estado, en mantener al sector privado donde debe estar, y eso se logra mediante reglas, con cuerpos regulatorios. Eso no es intervención política, sino disciplinar el sistema, así es como debería ser», explicó el Premio Nobel.
Al traer a la realidad local las ideas de Yunus, el banquero se refirió a lo que llama el negocio social o «social business».
«Esta disciplina reguladora (del Estado) también debe regir en el marco de un sistema socialista, donde el Estado tiene el control de todo e implementa el sistema de microcréditos. Puede existir el negocio social, pero debe ser auto sustentable y autofinaciable por cada pequeño empresario, que debe ser independiente», acordó.
El también acreedor al Premio Príncipe de Asturias por su aporte a la humanidad recalcó lo que considera debe ser la meta de la creatividad humana: «resolver los problemas sociales».