El vicepresidente estadounidense Joe Biden se reunió brevemente el martes con la presidenta Dilma Rousseff en un intento por distender las relaciones entre los dos países.
Biden dijo luego a la prensa que había sido una buena reunión, pero no entró en detalles. En la víspera, el vicepresidente asistió al partido donde Estados Unidos venció a Ghana 2-1 en la fase por grupos de la Copa Mundial de fútbol.
El gobierno brasileño había dicho previamente que Biden y su homólogo Michel Temer emitirían una declaración conjunta después del encuentro con Rousseff, pero ello no sucedió y no se dieron explicaciones. Para más tarde se aguardaba una declaración de Biden en la embajada estadounidense.
Las relaciones bilaterales se volvieron tensas ante la revelación el año pasado de que Brasil es un blanco importante del programa de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), sobre todo porque el país sudamericano es un eje de los cables transatlánticos de fibra óptica que transportan buena parte de las comunicaciones globales.
Pero lo que más enfureció a Rousseff fue la revelación de que la NSA interceptó sus comunicaciones personales, incluidos mensajes por correo electrónico con sus principales colaboradores. También se reveló que la NSA penetró en la red informática de la petrolera estatal Petrobras.
En represalia, Rousseff canceló una visita de Estado a Washington, la primera vez en tiempos recientes que un presidente estadounidense sufre semejante desaire.
Desde entonces, Rousseff ha exigido una disculpa pública a Washington, que no se ha producido.
Michael Shifter, presidente de la organización Inter-American Dialogue, con sede en Washington, dijo que la visita de Biden tenía una finalidad modesta: «Evitar el deterioro mayor de las relaciones entre Estados Unidos y Brasil y preparar el terreno para una eventual mejoría».