Antes, las cajas iban llenas de celulares, tablets y repuestos de vehículos. Ahora, los venezolanos en Florida envían cada vez más comida y productos de higiene personal a sus familiares y conocidos en el país sudamericano, agobiado por la escasez.
Las decenas de empresas que ofrecen el servicio de envío puerta a puerta del sur de Florida (sureste de Estados Unidos) a Venezuela han visto cómo ha venido cambiando el contenido de las cajas desde el año pasado.
«Han bajado los envíos que antes eran en su mayoría de productos electrónicos, celulares y tablets (…) y ahorita la gente está tratando de ayudar a sus familiares en Venezuela enviándoles comida no perecedera y productos de higiene personal», dice a la AFP Óscar Nova, de la empresa On Customs.
«Mucha gente de la que vive aquí (en Florida) le manda sus mercados (productos comprados en el supermercado)» a sus familiares en Venezuela, señala Elisaul Hernández, encargado de la empresa 4 Cargo Express, que llegó a vivir a Estados Unidos con su familia en 2011.
Las dos empresas, así como gran parte de sus competidores, están ubicadas en Doral, el suburbio de Miami de alta concentración de venezolanos. Unos 100.000 de ellos viven en Florida, según el censo estadounidense.
«Envíos a Venezuela. Recogida y embalaje gratis. 3 salidas semanales. Entregas directas», ofrece otra empresa en un enorme afiche adherido a la pared de El Arepazo, un restaurante en Doral que también sirve de lugar de reunión para la comunidad venezolana.
Si los clientes carecen de conocidos en Florida, las empresas se encargan también de comprar los productos.
La agudización de la escasez ha disparado el negocio: el Banco Central de Venezuela no publica desde hace cuatro meses el índice de desabastecimiento. En enero se ubicó en 28%, lo que significa que de 100 productos, 28 no se consiguen.
La peor ironía
Óscar Nova dice que decidió incursionar en el negocio de las entregas puerta a puerta al ver la gran demanda, sobre todo a raíz de las protestas opositoras que se desataron en el país desde febrero, a causa del desabastecimiento, la inflación y la violencia criminal.
«La comida que más se manda depende de lo que esté escaseando en el momento: aceite, cereales, enlatados, harina», dice Hernández.
«Cada vez que hay un cumpleaños, o un bautizo, mandan todo: la harina de trigo, la leche condensada», para elaborar los postres, relata, luego de ayudar a una venezolana a bajar de su vehículo tres grandes sacos con alimentos para enviar.
Como los envíos pueden llegar en tres días, algunos clientes se arriesgan y mandan alimentos perecederos. Asimismo, como son registrados como «efectos personales», generalmente no tienen problemas en la aduana para ingresar al país, indican las empresas.
«Ahorita me van a traer unas salchichas», señala Hernández.
De sus clientes venezolanos, «el 35 o 40% está manejando ese tipo de mercancía», dice Óscar Villasmil, de ETG Cargo Xpress.
La peor ironía, dice, es ver envíos de harina para hacer arepas, la tradicional torta de maíz del país.
«Es como si estuvieras exportando de Estados Unidos café para Colombia», dice.
«La prioridad es comer»
«La prioridad ahora es comer, es que puedas tomar un café con leche. Entonces tienes que enviar el café, la leche y el azúcar», señala Patricia Andrade, al indicar que hace grandes envíos de comida para que sus familiares «tengan para al menos un mes».
Las medicinas también escasean, por lo que su esposo incluirá en la próxima carga pastillas para el corazón para un amigo, dice Andrade, presidenta de la Fundación Venezuela Awareness, organización de Miami dedicada a la defensa de los derechos humanos de los perseguidos políticos.
La cadena venezolana Locatel, con sedes en Florida, y algunas farmacias cubanas aceptan recetas de médicos venezolanos, se congratula Andrade.
Las cajas que envía le cuestan entre 200 y 300 dólares, lamenta.
Pero agrega: «No voy a dejar a mi familia, a mi papá que tiene 95 años, sin comida. Le quitas a mi papá el café de todos los días y le va a dar algo».