En el corazón de la selva amazónica, Andrea Pirlo soltó 108 pases y completó 103 como parte de una magistral exhibición de efectividad de Italia en su triunfo 2-1 sobre Inglaterra.
El centrocampista fue el modelo de un recital de pases de la Azzurra, con un porcentaje de aciertos (93,25) no visto en la historia del torneo desde la edición de 1966. Cuando esto lo logra la selección el país que inventó el catenaccio, pues estamos ante la realidad de un torneo de pura vocación ofensiva y mucho gol.
Cumplidos los primeros 14 choques del torneo se han anotado 44 goles, un promedio de 3,14, y el primer empate no se dio hasta el 13er encuentro, un 0-0 entre Nigeria e Irán. Se trata del doble de goles con respecto a lo registrado hasta este mismo punto hace cuatro años en Sudáfrica.
«Partidos con muchos goles, esto es lo que le gusta al aficionado. Quieren ver goles», comentó Juergen Klinsmann, el técnico alemán de Estados Unidos, cuyo delantero Clint Dempsey anotó el lunes el gol más rápido del torneo, a los 29 segundos, en la victoria 2-1 ante Ghana.
A la vista, las selecciones parecen dispuestas a arriesgar, hasta con sus centrales sin miedo de pasar de mitad de cancha. Con futbolistas más veloces y en condiciones físicas portentosas para mantener en un ritmo de juego intenso de atacar y defender.
Un ejemplo fue el despliegue que permitió a Holanda desarbolar 5-1 a la campeona vigente España en Salvador, en el que sus laterales —en particular Danny Blind— constantemente alimentaron de balones a Robin van Persie y Arjen Robben, los atacantes que acabaron ganándole las espaldas a la zaga española.
Los equipos se están plantando con dos delanteros, como lo hizo Holanda. A Luiz Felipe Scolari se le recrimina que su Brasil es muy pragmático, pero lo cierto es que pone a tres atacantes, con Neymar rodeado por Hulk y Fred. Pese a la derrota ante Italia, el técnico Roy Hodgson sacó buenas notas con su audaz propuesta de salir con Danny Welbeck, Wayne Rooney y Daniel Sturridge al frente.
Semejante ambición entusiasmó a Zico, el legendario delantero brasileño.
«Me parece que los entrenadores están dictando que lo primero es anotar el gol y después tomar el balón», señaló Zico el lunes. «Es una filosofía importante, porque todos los equipos están buscando acciones ofensivas».
Además, los propios jugadores parecen rebelarse cuando sus entrenadores sacan los grilletes.
Fue lo que clamó Lionel Messi en Argentina a su técnico Alejandro Sabella, pidiendo tener más socios que le hagan compañía en el ataque.
En la victoria 2-1 ante Bosnia-Herzegovina el domingo, Sabella comenzó con un inusual planteamiento de cinco hombres atrás y dos al frente. Ese esquema perjudicó a Messi en un pálido primer tiempo, pero su desempeño en la segunda parte fue distinto luego de los ingresos del delantero Gonzalo Higuaín y el volante de Fernando Gago. El gol de Messi fue tras una combinación con Higuaín.
«Tenemos que seguir jugando como en el segundo tiempo. Con los cambios, mejoramos mucho, creamos situaciones. Y si bien sufrimos un poquito más, a los delanteros nos favorece», insistió Messi.
Lo de Italia en Manaos es un claro ejemplo de la propuesta ofensiva en este Mundial, donde todos parecen haberse contagiado por el espíritu del «jogo bonito» que hizo famoso Brasil.
El técnico Cesare Prandelli es quien ha liderado un cambio de filosofía, en el que los azzurri mantienen el sentido colectivo, pero van hacia el frente con orden y criterio detrás de la pelota. Y, por supuesto, el extécnico de la Fiorentina ha tenido que soportar las críticas, obvias por el añejo apego al catenaccio.
Su apuesta ha sido instalar a Daniele De Rossi como eje de contención en la medular, con los mediopuntas Pirlo y Marco Verratti operando en la creación y Mario Balotelli como el estilete. Pirlo acabó realizando más pases que todo el contingente de centrocampistas de Inglaterra, y se pudo escuchar los «olés» de los aficionados italianos al promediar el segundo tiempo en la Arena Amazonia.
«Alineamos a Pirlo, De Rossi y Verratti, jugadores de buena calidad técnica, para tener una superioridad numérica en el centro del campo y funcionó», se congratuló Prandelli.
Los aficionados han respondido llenando los estadios o las zonas públicas para ver los partidos, con un ambiente general de fiesta que contrasta con los temores previos al inicio del torneo provocados por los retrasos en la construcción de los estadios y manifestaciones por los costos del Mundial.
Por supuesto, el campeonato apenas comienza y los organizadores no pueden bajar la guardia. Hubo un momento la semana pasada en el estadio Itaquerao de Sao Paulo cuando el debut de Brasil estuvo a punto de verse empañado por un apagón en un sector de las gradas, pero la luz finalmente volvió y un doblete de Neymar iluminó la noche paulista en el triunfo 3-1 ante Croacia.
Hasta ahora ha habido protestas esporádicas, incluyendo un enfrentamiento entre manifestantes y policías cerca del Maracaná el domingo por la noche, mientras Messi y compañía derrotaban a Bosnia. En Brasilia hubo largas filas para entrar al estadio para el partido entre Ecuador y Suiza, y en Porto Alegre falló el sistema de sonido y no sonaron los himnos antes del encuentro entre Francia y Honduras.
Pero, sobre la cancha, el torneo ha superado las expectativas, y por ahora la única duda es si se puede mantener este frenético ritmo goleador.
«Es una gran fiesta», exclamó el seguidor de Holanda, Paul Rolleman, mientras caminaba por la playa de Copacabana, con una enorme resaca luego de una noche de juerga. «Pero ahora necesito dormir».