La preocupación no cesa en los feligreses de la Parroquia María Auxiliadora, en la urbanización La Rosaleda, al este de Barquisimeto, debido a la llegada el pasado jueves de un grupo de motorizados a dicho lugar sagrado, presuntamente armados, con la intención de invadir una porción de terreno perteneciente a la iglesia, que se encuentra en la parte posterior, en el que se plantea a futuro la construcción de salones destinados a impartir catequesis.
Informó el párroco Juan Ignacio Franceschi, que las personas se identificaron como una organización de nombre sindicato Karacas, y llegaron por la parte de atrás del templo aprovechando que la cerca perimetral que los separa de un centro comercial estaba caída por reparaciones, por donde pretendieron ingresar los extraños.
“Trabajadores del centro comercial comentaron que los motorizados portaban armas, yo no las vi”, manifestó el sacerdote.
Precisó que el viernes aproximadamente veinte mujeres intentaron meterse en el referido terreno, y luego se introdujeron toda la mañana en las instalaciones abandonadas de lo que fue en la zona el colegio Lisandro Alvarado, actualmente en aparente litigio.
Precisó que el terreno actualmente es inhabitable, no se adecua a la construcción, necesita considerable relleno para nivelarlo y así instalar la red de cloacas que con un trabajo de ingeniería, eviten caigan en las áreas verdes de protección de la quebrada que cruza el lugar, adujo.
Ante esta situación, adelantó que hoy sostendrán una entrevista con el prefecto de la parroquia Santa Rosa para plantearle lo ocurrido, para que en su condición de autoridad les colabore en la implementación de alguna medida de protección que evite una invasión.
Determinó que a la parroquia le hace falta ese proyecto de construcción para desarrollar los once ministerios, entre ellos catequesis que requiere 4 salones, misericordia, música y liturgia, así como tres grupos que son alcohólicos anónimos, Alanón y Padres y Madres con Niños en el Cielo.
Lamentó que hoy día los niños reciben catequesis en pasillos del centro comercial.
Carmen Ochoa, del consejo pastoral, sorprendida, dijo que denunció el caso en la comisaría de Fundalara donde le dijeron que “eso le competía a la comunidad quienes tenían que armarse con palos y piedras para sacar a los invasores”.
Los uniformados agregaron que nada podían hacer porque el problema de invasiones lo resolvía la Guardia Nacional.
