Gracias a una lluvia de goles, entre ellos algunas joyas, a unos escenarios increíbles y a un público alegre, Brasil ha hecho olvidar sus retrasos en la preparación y las protestas sociales en un principio de Mundial-2014 majestuoso en el país del fútbol rey.
«Es hora de que hable el fútbol», aseguró Saint-Clair Milesi, portavoz del comité de organización local (LOC) ante la prensa de Rio de Janeiro. Aunque durante mucho tiempo Brasil temió que las nubes de gases lacrimógenos empañaran el horizonte, finalmente lo que ha caído sobre el país es una lluvia de goles.
Hace cuatro años, en el Mundial de Sudáfrica se marcaron 13 goles en los primeros ocho partidos (1,6 de media), mientras que en Brasil, han sido más del doble: 28 (3,5 de media).
¿Cómo se explica esto? «Hay muchas ganas de marcar, de atacar, lo que es bueno para el juego. Y desde hace cuatro años, los equipos corren más riesgos, con defensas que suben juntos», dijo a la prensa Gérard Houllier, exseleccionador de Francia y ahora miembro del Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA.
Himnos a capela
Y algunos de esos goles son joyas: Robin Van Persie voló para cabecear un balón por encima de Casillas frente a España, y su compañero Arjen Robben rompió la cintura a Gerard Piqué y Sergio Ramos, dos de los mejores defensas del mundo, para marcar.
Ese partido Holanda-España (5-1) ha contribuido mucho a mantener el interés del Mundial, ya que, además de la goleada, acabó con un resultado inesperado, igual que lo fue la caída de Uruguay ante Costa Rica (3-1).
Además del juego en el césped, en las gradas también hay un gran ambiente con estadios llenos o casi llenos. En el partido inaugural, el mundo vio por televisión como los aficionados brasileños siguieron cantando el himno nacional a capela tras apagarse la música.