Era la madrugada del sábado, cuando Héctor José Quintero, de 42 años, y Car Luis Suárez (24) se encontraban en un club ubicado en el barrio Ruiz Pineda, ingiriendo alcohol y pasando el rato. A esa hora, un sujeto, quien fue identificado por familiares como «el enemigo de Car Luis», llegó al mismo club e intentó darle la mano; sin embargo, el irreverente joven de 24 años lo dejó con la mano tendida, lo que fue considerado como un acto ofensivo.
De inmediato, los dos sujetos mencionados decidieron irse del lugar antes de que se produjera un inconveniente mayor, pero el enemigo de Suárez no dejaría pasar desapercibida dicha ofensa.
Vecinos del club dicen que, a las 2 de la mañana del sábado, varios sujetos se escucharon a las afueras del recinto de forma alterada, «como cuando se prende un problema». Según la versión que se maneja en los cuerpos de seguridad, se indica que, muchas cuadras después del club, ya en el barrio La Municipal, Quintero y Suárez fueron interceptados por los dos sujetos que, al abandonar el sitio nocturno, habrían salido tras ellos.
Uno de los perseguidores sacó un arma y disparó en contra de Suárez, quien era el parrillero, asestándole el impacto del proyectil en el tórax posterior, lo que produjo el desplome y la muerte del joven en el sitio. Por su parte, Quintero, aún al mando de la unidad, logró desplazarse durante varios metros para caer de forma aparatosa contra el pavimento, sin causa aparente a la del susto e impresión causada por la reciente muerte de su compañero.
Otras versiones alegan que, los mismos que andaban en la otra moto y dispararon contra Suárez, seguidamente se pusieron a un costado de Quintero y lo empujaron, quizá para robarle la moto.
La caída del hombre de 42 años le produjo heridas graves en la cabeza, sin embargo, valiéndose de sus propios medios, logró arribar hasta el Centro de Diagnóstico Integral del barrio La Paz.
Allí, indican los familiares, avisó a sus dolientes de lo que había sucedido, antes de empezar a convulsionar por las heridas. Marialejandra Parra, conocida de Quintero, explicó que los doctores del CDI le habrían dicho que los ataques convulsivos de Quintero se debían a la ingesta de alcohol, sin embargo, dice Parra, luego quedó demostrado que se trataba de las heridas sufridas en la caída, y que derivarían en un derrame cerebral que le provocaría la muerte.
Antes de eso, Quintero requería el traslado del centro de atención primaria hasta el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales Pastor Oropeza, pero no habían ambulancias disponibles, sólo una que le cobraba hasta 7.000 bolívares por el traslado.
Como pudieron, lograron el traslado de la víctima con un costo menor, sin embargo, a las 7 de la mañana del mismo sábado, tras varias horas de agonía, murió a consecuencia de las heridas.
«Denunciamos mala praxis y negligencia», dijeron los familiares a la salida de la morgue del IVSS, refiriéndose al trabajo hecho en el CDI, «nos dijeron que convulsionaba por el alcohol y quedó demostrado que se trataba de los golpes. Además, no había una ambulancia para el traslado», explicaron.
A eso de las 10 a.m., los restos mortales de Quintero y de Suárez, fueron llevados a la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda para ser entregados a sus dolientes. Ninguno de los dos tenía antecedentes judiciales.
Se conoció que Quintero no tenía hijos ni esposa, era latonero y residía, al igual que su amigo, en el barrio El Caribe, cerca de donde se produjeron los hechos.
A eso de las 11 de la mañana, una comisión del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, acudió al sitio donde cayó desplomado Suárez y, metros después, donde colisionara Quintero. Quedará de parte de los funcionarios de la policía técnica determinar las responsabilidades de la muerte y de los hechos ocurridos la madrugada de ayer.
Vecinos se quejan
Por su parte, quienes viven aledaños al club ubicado en el barrio Ruiz Pineda, se quejaron por los constantes hechos ocurridos allí. Según los residentes de la zona, durante todos los fines de semanas, hechos similares de violencia se registran allí, en horas de la madrugada, sobre todo cuando el alcohol ya ha afectado la cordura de muchos quienes acuden al sitio nocturno.
Esperan que lo sucedido ayer, sirva para que se tomen ciertas medidas que permitan mayor seguridad en dicha zona en horas de la madrugada.