El descomunal desequilibrio que vive la economía venezolana, para su reversión requiere de un proceso de ajuste, que implica la implementación de medidas complejas y dolorosas, pero que no se pueden continuar postergando, porque la crisis se profundizaría.
El planteamiento lo hizo el economista y ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, Pedro Palma, en el marco del foro “Propuestas y soluciones para superar la crisis económica”, organizado por Punto de Encuentro.
Señala que existen una serie de desequilibrios en las finanzas públicas, en el ámbito monetario y financiero, en el sector cambiario, en el sector real, ya que se produce mucho menos de lo que se consume, en el sector petrolero, el país tiene un proceso inflacionario que crece con mayor intensidad.
-Todas estas circunstancias conforman una situación muy problemática, muy compleja y dificil para la economía que exige la toma de una serie de acciones para corregir esos desequilibrios, que implican un plan de ajuste que hay que aplicar porque en la medida en que se posponga, o se tomen medidas aisladas, las consecuencias no serán las que deben buscarse, sino que profundizarán y los correctivos en el futuro, serán más complejos y dolorosos-, afirmó.
Entre los correctivos recomienda en el ámbito fiscal, ir a un proceso de racionalidad del gasto público, aumentar los ingresos, sinceración de las tarifas de los servicios públicos, sincerar el precio de la gasolina; en el ámbito financiero, hay que devolver la autonomía al Banco Central, detener el financiamiento del gasto publico deficitario por parte del BCV, reducir la expansión monetaria, limpiar la cartera de activos de la banca; en el ámbito real es necesario estimular la inversión para aumentar la capacidad de producción del sector privado, aumentar la productividad; en el sector petrolero, retornar al proceso de apertura de los años 90 e impulsar de una forma eficiente y efectiva los niveles de producción.
Palma recomienda el desmantelamiento progresivo del control de cambios, con mas de 11 años de vigencia y aplicar una política cambiaria racional y eficiente.