Los recursos por concepto del impuesto de Ciencia y Tecnología no han llegado a las universidades, advirtió Alejandro Gutiérrez, coordinador del Núcleo de los Consejos de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y Equivalentes (Cdcht).
“Estamos a mitad de año y el Fondo Nacional para la Ciencia y Tecnología (Fonacit) no da repuestas. Los investigadores se desaniman porque los recursos no llegan y si los aprueban, no se consiguen los equipos y reactivos o tienen otro costo. Entonces, se reformula el presupuesto para esperar uno o dos años más. Hay que reparar equipos y no se consiguen repuestos. Tenemos una gran disposición de servir al país pero estamos de manos atadas”, lamenta el profesor titular de la Universidad de los Andes (ULA-Faces).
A pesar de que el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Manuel Fernández, asegura que el 80% de las investigaciones en Venezuela se hace en las universidades y que el Estado percibió 6.000 millones de ingresos fiscales por concepto del impuesto de Ciencia y Tecnología en el último año, la realidad es otra. Para Gutiérrez, Venezuela está quedando rezagada en comparación a Ecuador, Colombia, Brasil, Chile y México, países con políticas muy interesantes en materia de investigación y formación de capital humano, razón por la cual los Cdcht consideran que la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (Locti) debe reformarse. “El Gobierno centraliza los recursos producto del impuesto y decide qué proyectos son prioritarios”. La reforma que se hizo en 2010 desvincula a los sectores productivos de las universidades y los centros de investigación, perdiendo la Locti su virtud original, añade el doctor en Estudios del Desarrollo (Cendes-UCV). “Lamentablemente el Gobierno retrocedió en materia de Ciencia y Tecnología. Es el que decide y ejecuta sin consultar a los actores del Sistema Nacional de Innovación cuáles son las prioridades y a qué tipo de proyectos asignar recursos. No hay una política concertada”.
El economista aseguró que con recursos de la Locti se financian proyectos de pequeños montos a aquellos investigadores certificados por el Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación .
“Ese programa rindió informes desde septiembre de 2013 y a la fecha nadie da respuestas para conocer si se aprobaron o no, en consecuencia, esos proyectos están sin recursos para poder continuar las investigaciones. Tengo entendido que son más de 3.000 proyectos. Nosotros hacemos una crítica constructiva porque queremos concertar políticas que nos saquen de la crisis actual”.
Además del recorte presupuestario y la amenaza a la autonomía universitaria, el docente recordó que los postgrados están sin financiamiento. “Están languideciendo. Tampoco hay un programa de becas del Ministerio de Ciencia y Tecnología destinado a fortalecer la Misión Alma Máter que existió al comienzo de este Gobierno. Sin mencionar las restricciones para estudiar en el exterior”.
“Es necesario reestablecer el espíritu inicial de la Locti, darle libertad a las empresas, universidades y centros de investigación, proponer acuerdos que permitan la asignación de los recursos directamente bajo un mecanismo de control y seguimiento por parte del Gobierno y las instituciones, a fin de cumplir con el objetivo”.
De interés
Explica el profesor Gutiérrez que la Locti anterior tenía sus ventajas pero también muchas desventajas.
“Su gran virtud era que buscaba por la vía legal, recaudar fondos para financiar investigaciones y vincular los centros de investigación y universidades con los sectores productivos.
Lamentablemente esa Locti no tenía los mecanismos de control y seguimiento que asegurarán esa buena intención”.
Ocurrió, dijo, que muchas empresas del sector privado y del Gobierno evadieron el cumplimiento de la Locti.
“Estudios revelan que el 90% de los recursos se quedaban dentro de las empresas y no iban a las universidades para financiar los proyectos que pudieran ser coordinados por el sector privado”.
Bajo el marco actual, los beneficios son escasos, la Locti no es flexible.
“Hay que reformar la Locti profundamente, conversar con todos los actores y diseñar una nueva política de Ciencia y Tecnología en la que todos quepamos y en beneficio de la nación”, dice el coordinador de los Cdcht.
La dependencia y el aislamiento son otros de los desaciertos de la Locti.
“Los convenios de transferencia en materia de ciencia y tecnología con Rusia y China revelan una gran dependencia en el campo científico. Por otra parte, en este momento con el bloqueo aéreo es imposible enviar o traer un especialista. Nos queda intercambiar experiencias a través de Internet, el cual, según diversos estudios en América Latina, es el de peor calidad”.
Se destaca que el próximo 17 y 18 de junio se efectuará la segunda reunión de los coordinadores de los Cdcht en la URBE-Maracaibo.
Datos
En el año 2008 se publicaron alrededor de 1.500 artículos en revistas científicas acreditadas e incluidas en la Web of Science para Venezuela. En 2013 disminuyeron en un 50%, es decir, menos de 1.000 artículos científicos, dijo Gutiérrez.
“El contexto país nos castiga, los financiamientos se los traga la inflación ya que el poder adquisitivo es prácticamente nulo, aunado a la burocracia del Fonacit y que los recursos no llegan en su momento y cuando llegan, no se encuentran los equipos científicos, reactivos, materiales, entre otros”.
Otra de las consecuencias de las políticas erradas de la Locti es la fuga de cerebros. “Se está produciendo una migración de investigadores porque la Locti no estimula la productividad ni se corresponde con las tendencias modernas”.
El docente explica que el Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación tiene profundas críticas.
“Con toda propiedad digo que no es un programa transparente, no sabemos quién lo conforma o si quienes evalúan tienen las condiciones para hacerlo. Además, hay discriminación contra la Ciencias Sociales, las Humanidades y las Ciencias Básicas”.