Hace tres semanas, un grupo de muchachas provenientes de Villa de Cura, estado Aragua, fueron hasta la zona minera de Dalla Costa, estado Bolívar, a espaldas de sus familiares, con la ilusión de hacer dinero fácil.
Llegaron a un territorio sin ley. Plagado de mosquitos transmisores de malaria o paludismo, una enfermedad potencialmente mortal.
Mineros clandestinos prometieron a las jóvenes que se harían millonarias si practicaban la prostitución. De regreso a casa, a nueve les detectaron paludismo: tres fallecieron y una está grave.
Ellas negaron a los médicos que visitaron áreas de transmisión malárica. El encubrimiento produjo el retraso del diagnóstico y perdieron la vida.
El Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) detectó 1.494 nuevos casos de malaria en Venezuela, en las últimas semanas, indicó el Boletín Epidemiológico número 20.
Durante 2014 han reportado 29.931 casos.
El 95,5% de los pacientes contrajo la enfermedad en el estado Bolívar (la mayoría en el municipio Sifontes).
El médico epidemiólogo Jesús Toro, director nacional de Salud Ambiental del MPPS, dijo que la malaria se comporta como una enfermedad ocupacional, debido a que el 90% de los casos se registran en poblaciones de actividad minera ilegal, generalmente en Bolívar o Amazonas.
La extracción ilícita de minerales es determinante en el ascenso, o descenso, de la enfermedad. Cuando la economía está en picada, repunta el paludismo porque los habitantes buscan metales preciosos por dinero.
“El Ministerio lo que está haciendo con el programa antimalárico es palear con un problema estructural (…) Esa actividad minera desorganizada expone a demasiadas personas a la picada del zancudo Anopheles (portador de la infección)”, declaró el doctor, también especialista en saneamiento ambiental.
Hay una estrecha relación entre el precio del oro y los casos de paludismo. Cuando el precio del codiciado metal sube, más personas se desplazan hasta las áreas mineras, agregó.
El precio actual de la onza de oro ronda los Bs. 1.800. Un incremento podría ocasionar que se duplique el número de personas en excavaciones clandestinas.
Donde antes habían 100 mineros pueden llegar hoy a miles. Lo más grave, según el especialista, es que se van a lugares de díficil ingreso, no comparten su ubicación con el personal médico y es casi imposible atender al contagiado.
Inclusive hay consorcios ilegales que disponen de helicópteros o avionetas para trasladarse a las minas. El MPPS no tiene acceso a esas zonas, carece de medios de transporte tan costosos. En consecuencia, se hace cuesta arriba minimizar los casos de malaria.
Asimismo, planteó que el minero ve el oro como una religión o una deidad.
Otro punto en contra para el órgano es que los mineros no cumplen con los 14 días de tratamiento antimalárico.
El hombre minero es el que más enferma porque hay más hombres que mujeres (en esas zonas). Cuando se siente mejor se escapa y deja la medicina. Ese minero va a repetir el paludismo (pueden tener hasta 10 cuadros en dos años) Les decimos que no deben ingerir bebidas alcohólicas y eso es pedirle lo imposible», declaró.
«Si se organiza la actividad minera, para el Ministerio sería más fácil atender a todos los pacientes y reducir las cantidad de casos nuevos», declaró Toro.
Recientemente crearon una comisión presidencial con la intención de regular la explotación de recursos naturales, especialmente en Bolívar, donde es más elevada la incidencia de paludismo. Indicó que en los últimos 40 años se ha comprobrado que el control de la actividad minera reduce la malaria porque los trabajadores tienen estabilidad laboral y lugares donde pernoctar.
“La malaria no tiene vacuna. Por lo tanto, la estrategia sigue siendo detectar a los pacientes, hacer el diagnóstico y darles el tratamiento adecuado», agregó.
El director general de salud ambiental aseveró que cuentan con suficiente tratamiento antimalárico, distribuido de forma gratuita. «Aunque hay personas inescrupulosas que lo venden».
El MPPS suma esfuerzos para reducir los índices de malaria. El titular detalló que reparten medicamentos antimaláricos y mosquiteros tratados con insecticidas que no afectan la salud humana. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) los apoya en la dotación.
Asimismo, incrementan los puestos de diagnóstico en áreas mineras de díficil acceso. También capacitan a las comunidades indígenas y a las mujeres mineras para que hagan la detección temprana.
Brasil es un país endémico
Brasil recibirá a tres millones de visitantes durante la Copa del Mundo. Por tratarse de un país endémico, especialistas recomiendan tener el esquema de vacunas al día.
El doctor Jesús Toro señaló que los turistas estarán a salvo de contraer paludismo en las ciudades, porque el mosquito transmisor es muy silvestre y solo habita en áreas selváticas, rurales o campestres.
Solo estarán expuestos quienes viajen en vehículo, en vez de avión.
“Si la gente va a por tierra al Mundial tendrá que recorrer kilómetros de selva amazónica. La recomendación que hacemos es que utilice repelente y evite la picada de mosquito, que duerma con mosquiteros, verifique que en el hotel o apartamento donde se quedará tenga puertas y ventanas protegidas por tela metálica y use ropa holgada”, comentó.
Los partidos serán en 12 ciudades de bajo riesgo endémico. Pero hace falta tomar precauciones.
La Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero y la Organización Mundial de la Salud recomiendan:
• Vacunarse contra el sarampión y la rubéola.
• Aplicarse la dosis contra fiebre amarilla, de los nueve meses de edad en adelante. La vacuna se coloca 10 días antes del viaje.
• También aconsejan aplicarse las vacunas de hepatitis A y B y tifoidea a quienes estarán se hospeden en zonas rurales (por la contaminación de la comida y agua), así como a los expuestos a fluidos corporales.