Qué ocurre en el país y cómo entender y enderezar este entuerto es el planteamiento que hace la doctora Isabel Pereira Pizani en su libro La quiebra moral de un país, hacia un nuevo contrato social, del sello editorial Artesano.
La socióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela comentó que el texto resume sus experiencias durante varias décadas en distintos sectores sociales del país.
Para comprender qué nos trajo hasta aquí es preciso recordar que Venezuela en la década de los 90 si bien, descubría una democracia imperfecta, era ciertamente estable, que se había mantenido por más de 40 años, mejorando con el paso del tiempo sus diversos propósitos, entre ellos el tema de la pobreza.
A finales de los 90 ese camino se interrumpe por el surgimiento de un grupo que presentó una propuesta para acabar con la pobreza, la cual resultó ser más una promesa.
“Ese cambio fue posible debido al modelo político que Venezuela construyó a partir de 1958, en el cual la institución fundamental de la sociedad era el Estado, entidad que concentraba el poder y los recursos financieros, de forma tal que los grupos que accedían al poder se convertían en los dueños del país”. Todos los sectores generadores de ingresos y de valor agregado están controlados por el Estado.
Una vez que ese grupo se instala en el poder, prosigue Pereira Pizani, se siente dueño de Venezuela.
“Se produce un viraje. La promesa de trabajar por los pobres se convirtió en la instalación del comunismo. Esto lo hacen porque tienen un respaldo económico muy fuerte derivado del manejo discrecional de las rentas fiscales, generando la degradación de la autonomía de los poderes públicos y en consecuencia el ciudadano pierde la posibilidad de ser defendido”.
Uno de los preceptos de la construcción de la democracia que se asumió era que el Estado debía ser el dueño de la riqueza, capaz de repartirla, traduciéndose en una sociedad distribucionista y de reparto.
“En lugar de convertirnos en una sociedad productiva, generadora de riquezas, somos una sociedad de reparto y el Estado se reparte las riquezas como botín de guerra”.
En estos últimos 15 años los que se han adueñado de ese botín tienen un fin particular: instalar el comunismo en Venezuela. Lo hacen porque tienen el control fiscal del país.
Se habla de totalitarismo porque las libertades están siendo cercadas.
“El Estado gana todos los juicios y el ciudadano los pierde. Vivimos en una sociedad en la que apenas el ciudadano existe, inmerso en una lucha contra el poder”.
Esta crisis sin precedentes, con la inflación más alta del mundo, la carestía de bienes totales, la deuda exponencial, el acabose de Pdvsa, la importación de gasolina y el 70% de los alimentos y la destrucción del aparato productivo es consecuencia de esas iniciativas que no tienen viabilidad económica.
A juicio de la consultora empresarial vamos directo a la “etapa de cierre” de todo ese proceso que se inició en el 58. “Será un período crítico, duro, amargo, que se puede extender en condiciones terribles, en un contexto de quiebre y fractura de los servicios sociales y la economía”.
Ese proceso de degradación convierte al Gobierno en un poder represivo, que amenaza y cercena libertades. “La única manera que tiene el Gobierno para mantenerse es con represión y miedo”.
Estar preparados para ese período es vital. De ello dependerá el fin de esa etapa para renacer y atesorar una sociedad distinta.
“Es muy importante ponerse de acuerdo, tener objetivos comunes y proyectos de país. Ese período crítico no se prolongará como en otros países, caso Cuba, debido a la resistencia que se ha cristalizado en Venezuela”.
Esta sociedad está viva, reacciona de forma pasiva o activa frente a sus molestias, está peleando, considera que el cambio es necesario, eso no ocurre en Cuba.
Por otra parte, con las elecciones en San Diego y San Cristóbal quedó demostrado que la gente quiere el cambio a través del voto.
“Hay que asimilar lo que pasa hoy porque el cambio es más profundo de lo que pensamos. No es sólo reformar el Gobierno, es cambiar el modelo.
No se trata de un Gobierno ineficiente o con políticas improvisadas, porque todo está fríamente calculado, ese es el modelo comunista que ha fracasado en el mundo entero.
El socialismo sólo ha provocado la ruina de los pueblos, genocidios, fracturas económicas”.
Es necesario entender que los sectores populares están sometidos a la maquinaria de subsidio más poderosa de la historia de Venezuela.
“El Gobierno compra conciencias. Sin embargo la gente se ha dado cuenta que todo es bajo la amenaza y la represión. Hay que entender la posición de los sectores populares, sometidos a un proceso de manipulación activo y pasivo. Sin embargo, hemos visto importantes encuentros, la razón es que estamos en la misma lucha y todos padecemos esta crisis. Esos encuentros se seguirán dando”.
Protestar
La lucha es de los ciudadanos con la representación de la Mesa de la Unidad Democrática. “De no concretarse una verdadera unidad no superaremos esto.
La lucha es por la unidad, vencer las divisiones”. El segundo paso es exigir un Consejo Nacional Electoral (CNE) neutral. “El Gobierno no ha tenido éxito. A pesar de controlar el dinero del Estado, las Fuerzas Armadas, tener a las instituciones arrodilladas y los medios de comunicación contra la pared. Al venezolano solo lo queda protestar”.
El Gobierno criminalizó las “guarimbas”, es decir, barricadas contra los cañones de la FFAA, la represión policial, las armas y los grupos irregulares.
“La verdadera salida es el diálogo y la protesta. Reclamar nuestros derechos”.
Grandes tareas
La socióloga propone que los venezolanos deben hacer un esfuerzo por adquirir conciencia y generar las acciones de cambio que el país requiere.
1) Es fundamental propiciar una economía con libertades, un capitalismo con objetivos morales, humanitarios, en el que los sectores más vulnerables puedan tener oportunidades y se respete el derecho a la propiedad. 2) Lograr una agenda antimonopolio público. Democratizar las propiedades. Transferencia de la propiedad pública a mano de los ciudadanos. 3) Plantearse el tema de la pobreza a través de la expansión de la clase media, que acoja a esos sectores, apoyar sus microempresas. De esa manera la brecha disminuirá. 4) Retomar la autonomía de los poderes públicos en función de los derechos y deberes de los ciudadanos y no de un interés político.
5) Retomar el proceso de descentralización. Que las entidades territoriales tengan poder fiscal y autonomía.
6) Convertir el Estado en una institución al servicio de los ciudadanos.