Al grito común de «paz» y ante cientos de seguidores, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en busca de la reelección, celebró este jueves por primera vez un acto de campaña junto a la excandidata izquierdista Clara López, quien le apoya para el balotaje del 15 de junio.
«Tenemos muchas diferencias en materia de programa económico, muchas diferencias en temas sociales, pero tenemos una profunda coincidencia en que el proceso de diálogo de La Habana tiene que mantenerse», dijo López, refiriéndose a las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), al resumir por qué daba su apoyo a un economista de centroderecha.
El acto tuvo lugar en el barrio Los Laureles, una localidad popular al sur de Bogotá, donde cientos de personas esperaban al presidente en una una plaza pública. Santos acudió vestido con una camisa de color amarillo pálido, a modo de guiño para el Polo Democrático Alternativo, formación que representa López y que utiliza este color como emblema.
Pese a que este partido dejó en libertad a sus votantes para la segunda vuelta, López le expresó su apoyo a título personal a Santos el miércoles, con el objetivo de que el mandatario pueda tener un segundo periodo que le permita concluir el acuerdo de paz que discute desde noviembre de 2012 con las FARC en Cuba.
«Es un evento y un hecho histórico que yo esté aquí recibiendo el apoyo del Polo Democrático y de quien fue una candidata ejemplar», dijo Santos al agradecer el endose de un sector del partido de izquierda.
«Paz, paz, Colombia quiere paz», gritaban los simpatizantes de Santos, que lucían en el pecho una paloma blanca.
En su discurso, López aclaró que, si Santos es reelegido, ella se mantendrá en la oposición, pero que cree que es necesario entregarle un voto de confianza para empujar las negociaciones que el gobierno adelanta para poner fin a un conflicto armado que se extiende desde hace 50 años.
«Los que hemos sufrido el conflicto en carne propia, queremos la paz», dijo a la AFP Fernando Silva, un desempleado de 64 años cuyo hijo, que servía en el Ejército, estuvo secuestrado por la guerrilla durante cuatro años entre 1998 y 2002.