Durante la colonia y la república se consideró importante la navegación del río Yaracuy.
En tiempos de la república, John Hawkshaw, ingeniero inglés, reportaba que “Los trabajos en el río consistían principalmente en cortar en trozos y sacar los grandes árboles que continuamente caían en su lecho durante la estación de lluvia, por la erosión de las orillas; en proteger algunas partes de las suaves orillas por medio de pilotes y fajinas; y en reducir sus dimensiones en sitios donde, por haberse anchado demasiado se hacía muy poco profundo…”
También escribió acerca del comportamiento del río en la estación seca cuando “no llegaba a tener más de setenta pies de ancho y dos de profundidad” mientras que durante las lluvias se desbordaba “sobre las orillas, que generalmente quedaban a 15 o 16 pies arriba de su lecho”.
El 19 de diciembre de 1836 la Diputación Provincial llamó a los empresarios que quisieran hacerlo navegable en consideración de dos importantes ramas de la economía: el comercio y la agricultura que “no pueden florecer donde no hay una comunicación segura, barata y pronta” ya que se carecía de transporte terrestre por la mortalidad que la peste había causado de los animales de carga y se precisaba “favorecer el transporte, principalmente para los cantones del Oriente, los que por la grande abundancia de los frutos acopiados y retenidos allí, tanto por la aciaga revolución pasada (de 1835) como por el invierno muy temprano y riguroso”.
El 1° de junio de 1837 el señor Federico Stelse firmó contrato comprometiéndose a “disponer de suficientes embarcaciones para el transporte mensual de mil quintales de frutos y mercancía hasta el 10 de octubre de ese mismo año y para 2000 quintales desde enero de 1838 al final del cual, el 4 de diciembre la Diputación produjo otra resolución concediéndole a Stelse un compréstito de 4000 pesos que se le entregarían en dos porciones iguales desde 1840.
No parece que Stelse haya cumplido este contrato pues no aparece información al respecto hasta el 15 de noviembre de 1845 cuando un empresario de Puerto Cabello, llamado Juan Hellyer, ofreció unos mil pesos para limpieza y composición del camino de San Felipe a la aduana del Chino bajo el razonamiento de que no existía camino para transportar los frutos de la cosecha de ese año.
Y en la Gaceta de Barquisimeto del 1° de enero de 1846, Juan B. Hellyer, socio principal de la casa Hellyer y Ca declara haber aceptado el privilegio exclusivo de navegación del río Yaracuy, concedido por la Junta Superior de Caminos.
Caminito que un día – De San Felipe a Puerto Cabello por el río Yaracuy (2)
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