Con frecuencia son juzgados por la sociedad, pero también en otros casos son aplaudidos de pie por la labor que ejercen día tras día. Los uniformados del país, además de ser garantes de la seguridad, arriesgan su vida por la del otro.
“No hay nada más satisfactorio que rescatar a alguien de un secuestro porque se cumple con el trabajo y la justicia. Se devuelve la alegría y en cierto modo, la vida de una persona a una familia completa”, manifiesta un funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), a quien en lo sucesivo denominaremos LD.
Si bien los funcionarios policiales de los distintos organismos del Estado cumplen con la labor de resguardar a la ciudadanía, existe otra realidad que se aleja de la efectiva gestión pública: hacer un sacrificio con su sueldo para poder cumplir con algunos procedimientos.
Aunque muchos de ellos sueñan desde niños con estar dentro de una institución policial, siempre anhelan aprehender delincuentes y que su trabajo pueda ayudar a los demás. Algunos deben irse de su ciudad natal a cumplir labor en otro lugar sin dejar de lado, lo importante que pueda significar su familia a quienes a pesar de la distancia, deben mantener.
Sin embargo, “el sueldo nuestro es muy poco. El Gobierno ha querido hacer ver a la Policía Nacional Bolivariana (PNB) como la mejor del país, pero es casi imposible con todo lo que nosotros vivimos. En Lara se agudiza más la situación”, narra GS.
Sobre el tema, prosigue LD: “La única mejora fue el año pasado con la homologación y aumento de sueldos que fue sustancial del 60% aproximadamente, y sin embargo, no es suficiente para poder sobrevivir. En los países del primer mundo, el policía tiene accesibilidad a buenos carros, casas ubicadas en sectores acordes a su trabajo, pero aquí no. Cualquier uniformado anda en buseta, vive en los mismos barrios que los ladrones que se persiguen y eso nos pone en riesgo”.
Estar expuestos ante los delincuentes, significa mucho para los funcionarios. Hace tiempo, en una comunidad al oeste de Barquisimeto, fue herido un uniformado del Cicpc para robarle el arma. No lograron el objetivo, pero el hombre debió ser llevado a un clínica privada donde gastó su seguro (100 mil bolívares anuales) y el de su esposa. Más, entre los compañeros debieron recoger dinero para terminar de cancelar la hospitalización.
A raíz de esa situación, la persona debió mudarse de la zona a fin de evitar ser víctima nuevamente de un episodio de esa magnitud.
El testimonio de AG, con 16 años de experiencia dentro del Cuerpo de Policía del estado Lara, refiere que el Instituto de Prevención Social de la Fuerza Armada Policial (Ipsofap), “no sirve y el Servicio Integral de Atención Médica al Trabajador del Estado Lara (Siamtel) se acaba en una pastilla, además debe pasar por un proceso burocrático que tarda hasta dos meses para que lo aprueben”.
En los diferentes organismos se tiene previsto que en caso de que alguno de ellos muera en sus funciones, se les debe cancelar una pensión a la familia, aunque en algunas ocasiones no se cumple.
En el caso de la PNB aseveraron que no les cancelan el seguro, si uno de ellos se enferma deben utilizar el dinero de su sueldo, “pero no es sólo eso, sino que también debemos sacar de nuestro bolsillo para pagar las copias de las actas que se deben llenar para cumplir con los requisitos de un procedimiento. Tenemos una sola impresora y se hacen colas entre nosotros mismos cuando hay tinta, si no debes hacerlo por la calle y se gastan hasta 1.500 bolívares”.
Por su parte, los uniformados de Polilara, igualmente deben disponer de su salario para pagar actas, cadenas de custodia, entre otros, “depende también del efectivo, porque algunos pasan por las papelerías y les sacan eso a los dueños a cambio de ‘estar pendientes’”, pues deben presentar ante el Ministerio Público el procedimiento en menos de 12 horas.
Guardias sin descanso
Cada cierto tiempo les corresponde hacer guardias de 24 horas, pero muchos de ellos no cuentan con lugares para el descanso, “hay delegaciones donde hay un buen dormitorio. Aquí no, o duermes en tu carro o colocas una colchoneta en la oficina”, admitió LD.
En la sede de la PNB Lara descansan en cartones o duermen en un silla. Aseguró el uniformado que no cuentan ni con sanitarios, “para hacer nuestras necesidades debemos ir a un terreno vacío que está al frente y escondido de los superiores porque si no nos castigan”.
Castrenses obligados
Por su parte, los integrantes de la Guardia Nacional Bolivariana, se quejan de los maltratos de sus superiores, pues a juicio de ML, desde que inician la carrera los jefes les ordenan hacer de todo.
“En mi caso no quería salir a reprimir a nadie en las manifestaciones pero me obligaban y es mi trabajo, si no lo hago me castigan o me pueden abrir un expediente”.
En cualquiera de los casos, los funcionarios adscritos a estos cuerpos de seguridad son humanos dedicados al resguardo de la ciudadanía en general. Muchos se mantienen dentro de los organismos con la firme convicción de que en algún momento tendrán mejores salarios y no usarán parte de los mismos para el pago de actas de procedimientos o para arreglar las patrullas.
“Cuando eso pase y se dejen las políticas de un lado, creo que los funcionarios estaremos más motivados y haremos mejor trabajo”, finalizó AG.
El patrullaje diario que hacen los efectivos policiales debería hacerse normal, pero en ocasiones no se cumple porque a una de los unidades les falta liga de frenos, la batería no le sirve, tienen un caucho espichado o cualquier otro desperfecto.
“Quien esté de guardia debe correr con esos gastos. Es decir, que para patrullar debemos cancelar. No es fácil ser policía hoy día”, reflexiona el PNB, “la mayoría de nosotros somos jóvenes y empezando a formar familia, mientras que otros están en los planes, pero es casi imposible pensar en un futuro con sueldos paupérrimos y que debemos gastarlo en arreglar las pocas patrullas que están en uso”.
Desde Polilara comentan que poseen un cementerio de patrullas, especialmente en los Centros de Coordinación Policial ubicados en sitios lejanos de la ciudad.
Situaciones similares se viven en los diversos cuerpos de seguridad. Coinciden en que la falta de buenos ingresos incita a muchos de ellos a caer en hechos delictivos.
“Es tan responsable la sociedad como el funcionario que se da a la tarea de sobornar, de recibir, porque el ciudadano por salirse del lío ofrece dinero y el funcionario piensa: antes de que lo agarre el fiscal o el juez para dejarlo escapar prefiero agarrarlo yo que no tengo buenos ingresos”.
En cuanto a la dotación de los materiales para trabajar dicen que ha mejorado. En el Cicpc se ha hecho hincapié en la adquisición de unidades y algunos equipos tecnológicos, aunque falta seguridad del funcionario, la mayoría no tiene chaleco antibalas y el que tiene está vencido, “el mío era del 2002”, dijo LD.
En Polilara la dotación ha sido poca, dicen que para mantenerse medianamente seguros deben comprar sus propios equipos, “desde hace cinco años aproximadamente no nos dan nada. Hace poco se anunció la entrega de uniformes, pero a todos no nos ha llegado”. GS, de la PNB, cuenta que a pesar de ser una policía nueva, les falta más de lo pensado.