El domingo 25 de mayo el ministro para la Cultura, Fidel Barbarito, anunció en Barquisimeto que para junio, mes de San Antonio de Padua, el tamunangue será por fin declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
El ansiado reconocimiento reafirma el valor de una tradición de más de 400 años, cultivada en El Tocuyo por las etnias oprimidas de la época.
Era hora, acota el doctor en Historia Pedro Rodríguez Rojas, docente de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez y columnista de este rotativo desde hace 25 años.
“El tamunangue es más que un baile, se trata de una expresión transdisciplinaria con múltiples signos. Los docentes pueden abordar la historia de El Tocuyo a través del Tamunangue”, explica Rodríguez Rojas, quien hace 12 años emprendió, junto a un grupo de instituciones un riguroso trámite ante el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) a fin de alcanzar el merecido título.
“En 2002 un grupo de tocuyanos iniciamos la diligencia junto a la Fundación Francisco Tamayo, el Museo Lisandro Alvarado, el Instituto Municipal de El Tocuyo, la Biblioteca Alcides Lozada, entre otras. Cumplimos con todos los requisitos exigidos por el IPC para que el tamunangue fuese declarado Patrimonio Cultural de la Nación, sin embargo, no se concretó”, contó.
Aunque la petición estaba bien encaminada no tuvo el respaldo político, por lo cual no se materializó. Se trata del primer paso para posteriormente, tras otra gestión, conseguir el certificado de la Unesco.
Hay antecedentes
Se conoció que los historiadores Janette García Yépez y Pedro Rodríguez Rojas reunieron documentos históricos y antropológicos para demostrar el curso de la esclavitud en El Tocuyo, cómo nacieron los sones de negros, su vínculo con la cultura indígena y africana, así como con la religión. Los investigadores se encontraron con grupos culturales, organizaciones y escuelas para demostrar la vigencia y enseñanza de la danza con videos y fotografías.
“EL IPC fue a El Tocuyo, recorrió varios caseríos, entre estos Boro, comunidad negroide, para verificar in situ lo que allí se hace, si se respetan las normas de la tradición y se enseña como debe ser. A pesar de todo ese esfuerzo, no se alcanzó el anhelo”.
No obstante, el “despecho” como le llama el profesor, se sintió en 2012 cuando los Diablos Danzantes de Venezuela reciben el certificado de la Unesco y luego la Parranda de San Pedro, ambas expresiones del estado Miranda. “Si bien nos alegramos por el país sentí un despecho porque el tamunangue es una tradición de 400 años. Nosotros encontramos documentos de 1609. Igualmente, el cronista Ramón Querales publicó un artículo que expone que en 1665 fueron presos unos negros por rendir tributo a San Antonio”.
Rodríguez Rojas destacó que es interesante el esfuerzo que hace este grupo de cultores hoy día por conseguir los distintos honores para el baile más importante de Centrooriental, así como el apoyo del MPPC. “Entiendo que el deseo de los cultores y de todos los larenses es el pronunciamiento de la Unesco, por lo cual los invitó a comunicarse a través del correo [email protected] para cualquier colaboración”.
Compromiso
El tamunangue, reitera el docente, tiene que ser visto como una expresión transdisciplinaria. No es solo como se baila, se toca el cuatro o el tambor.
Recordó que Francisco Tamayo (1902-1985) dijo en una oportunidad que no hay danza más bella en Venezuela y América Latina.
“Es una expresión que tiene relación con los cantos de trabajo, la explotación de la caña de azúcar, la esclavitud, el sincretismo y encuentro de culturas”.
Incluso, existe un vínculo político, añade.
“Los esclavos tenían prohibido reunirse. Más de cuatro negros reunidos representaba una reunión política. Solo se les permitía encontrase para las fiestas de San Antonio de Padua, quien siendo de origen portugués fue “africanizado” y adoptado. Realmente los negros le cantaban a sus dioses”.
Rodríguez Rojas mencionó que en una ocasión el tamunangue llegó a ser prohibido por la iglesia y la autoridad civil de El Tocuyo debido a la reunión de al menos 30 negros. Mientras los blancos se embriagaban, los negros cruzaban estrategias para sublevarse.
Por otra parte, su coreografía es compleja y completa. Se inicia con La Salve y luego siguen La Batalla, La Bella, La Juruminga, El Yeyevamos, Poco a Poco, Galerón y Seis Figuriao.
“Ese sincretismo tiene por lo menos 400 años en el estado Lara y su partida de nacimiento está en El Tocuyo, eso no tiene discusión”.
“El reconocimiento nos compromete, nos invita a protegerlo y difundirlo, a resguardar su esencia para que no se distorsione. Las damas bailan con vestido, de lo contrario es una falta de respeto. No se trata de una borrachera, sino de un signo cultural religioso. Crear la Escuela de Tamunangue es el paso siguiente”.