Harina, café, aceite, leche, jabón y papel sanitario siguen entre los artículos más buscados por los habitantes del interior del país, donde los índices de escasez son más elevados.
En Yaracuy, por ejemplo, los usuarios se someten a largas colas y amenazas.
“Allá por un kilo harina hay que llevar golpes, maltratos, hasta cuchillazos, es peligroso”, relató Maribel Camacaro, una habitante de Yaritagua quien viaja en autobús semanalmente hasta Barquisimeto para hacer mercado en Cecosesola.
No es la única foránea en el abasto. Decenas de personas de Cambural y caseríos retirados están obligados a cruzar un estado para encontrar artículos de primera necesidad.
“Es díficil el viaje, más cuando se tienen niños pequeños. Pero de lo contrario no comemos”, agregó la madre que también acude a Pdval por el alto costo de la cesta básica.
El desabastecimiento también moviliza a otros grupos de amas de casa del lugar, quienes despiertan temprano para conseguir víveres a bajos precios en la ciudad.
Denunciaron que en pequeños negocios de Yaritagua, o sectores adyacentes, deben pagar hasta Bs. 25 por un kilo de harina o solo un rollo de papel sanitario.
Aunque son usuarias de Mercal y Pdval, las entrevistadas por el diario desconocían de qué trata la Tarjeta de Abastecimiento Seguro promovida por el Gobierno.
Sarare está a 43 kilómetros de distancia de Barquisimeto. De allá también se trasladan cabezas de familia por la escasez.
Una señora, quien prefirió la reserva de su identidad, comentó que viajó para conseguir aceite, café y harina.
Cinco abastos por día
Karina Rengifo, vecina de Patarata, reveló que asiste a cuatro o cinco abastos al día en busca de alimentos e incluso, cosméticos.
“La economía del país se le escapó de las manos al Gobierno. No tenemos jabón para bañarnos, ni artículos tan básicos como la harina. Tampoco se encuentra el desinfectante”, agregó.
Según los usuarios consultados, hacer mercado se ha convertido en una tarea agotadora. El tiempo libre lo invierten en abastos y no en casa, lamentaron.
Hasta cinco horas demoran en filas interminables para adquirir productos regulados.
Los grupos familiares requieren un estimado de Bs. 2.000 para un “mercado incompleto” que duraría apenas una semana.