Compilar en un artículo de periódico lo vivido en las batallas campales suscitadas en Palavecino como resultado de escaramuzas entre la Guardia Nacional y manifestantes, es tarea difícil, más sin embargo, la amarga experiencia de vecinos y la tragedia de heridos y personas vejadas por la fuerza pública, siempre será motivo de publicación.
El 12 de febrero comenzaron a escenificarse una oleada de manifestaciones a lo largo y ancho del municipio Palavecino, así como en el resto del país, pero sería Valle Hondo, La Ribereña y Tabure, las que resistirán, desde ese entonces hasta el presente.
Como las más espeluznantes escenas de terror describe Elizabeht Santana, vecina de la 5ta Etapa de Valle Hondo, los enfrentamientos y las posteriores acciones retaliativas de la Guardia Nacional en esa populosa zona.
En franca conversación, Santana, acompañada de sus hijos, quienes también han sufrido los inclementes bombardeos con lacrimógenas de la Guardia Nacional, asegura que “jamás había sentido tanto miedo -pánico sería la palabra más justa-, al observar impávida cómo los uniformados disparaban a mansalva a un grupo de estudiantes que respondían con piedras, botellas y fondas”.
Las primeras confrontaciones -afirma la vecina entre lágrimas- fueron menos crueles, pero se fueron intensificando a medida que transcurrían los días. Aquí (en Valle Hondo y Altamira) hay varios muchachos y muchachas heridas tanto de balas, como de golpes propinados por los guardias nacionales.
Los casos referidos por Santana, han sido publicados por EL IMPULSO, así como algunas de las fotografías.
Elena Colina, residenciada en la séptima etapa de Valle Hondo, narra que los bombardeos con gases lacrimógenos “han sido los más despiadados”.
Comenta que en tres meses de protestas, las viviendas de la carrera 4 de Valle Hondo, han sido bombardeadas sin pausa, hasta el punto de registrarse niños y ancianos desvanecidos por los gases.
Expone que tanto la arteria vial como los frentes de las viviendas, se nublan por la intensa profusión de gases, “que penetran en las casas, impregnando todo lo que exista. Este escenario se repite cada día, incluso cuando no hay manifestaciones o ya han concluido”.
Rafael Baptista, habitante de urbanización La Ribereña, reseña que luego de los enfrentamientos entre manifestantes con la Guardia Nacional, las tanquetas incursionan en repetidas oportunidades por los alrededores de las urbanizaciones, “y a través de sus altavoces –muy potentes por cierto-, comienzan a proferir que la protesta que realizan los estudiantes o vecinos es una modalidad de terrorismo. Así, en esta talante pasan horas tras horas hasta altas horas de la noche, en una verdadera modalidad de terrorismo sicológico”.
Baptista adiciona que otra modalidad adoptada por los efectivos castrenses, es la de incendiar los portones o las casetas de vigilancia “sacando descaradamente bidones de gasolina de las tanquetas, rociándolas y prendiendo candela. Eso sí es terrorismo, y pese a que en la web hay cientos de videos, no existe ninguna imputación o pronunciamiento, ni de la Defensoría del Pueblo, ni de algún tribunal de control”.
Marisol Collazo, residente de Santa Cecilia, sentenció que durante muchos días, los vecinos de ese urbanismo, padecieron el horror del asedio “tanto de los colectivos armados, como de los militares que al ver algún obstáculo en la avenida Ribereña, o alguna bandera o muestra de manifestación, irrumpían con ferocidad en la urbanización, destrozando todo, disparando armas de fuego e incendiando nuestras barricadas para protegernos de ellos mismos”.
Varios heridos de bala se contabilizaron en ese eje de Valle Hondo-Tabure-La Ribereña, como consecuencia de los desventurados ataques de paramilitares y efectivos castrenses, quienes según numerosos testigos y evidencias, utilizaron armas de guerra para reprimir las manifestaciones.
Valle Hondo
“En el caso de Chacao, las protestas alcanzaron a cubrir un municipio entero que se hizo noticia, pero Valle Hondo es sólo una urbanización de siete etapas y alcanzó relevancia nacional”, comentó el periodista Fernando Gallardo, quien laboró en la zona durante las protestas y realizó un trabajo de investigación.
Destacó que la frase “Valle Hondo pica” alcanzó singular popularidad, debido a la persistente concentración de gases lacrimógenos en el lugar.
“La impresión más fuerte que logré recabar es el profundo desprecio que siente la gente del sector hacia la investidura de la Guardia Nacional Bolivariana, tras los tres meses de conflicto y la actuación desmedida de este cuerpo de seguridad del Estado venezolano, en versión de los propios vecinos”, aseguró.
“La gente dejaba ver una profunda desconfianza cuando me acercaba a preguntar. Alegaban que algunas personas llegaban a buscar información, infiltradas, haciéndose pasar en muchos casos por periodistas. Me dejaban claro que la precaución no era nada personal contra mí, sino una defensa permanente impuesta por las circunstancias y el conflicto”, dijo.