A escasos 26 días del inicio del Mundial, Brasil enfrenta una lluvia de protestas que el gobierno espera disminuyan conforme se acerca la fecha, aunque ya prepara las fuerzas del orden para que nadie arruine la fiesta.
El último de los enfrentamientos ocurrió la noche del viernes en Sao Paulo, sede de la inauguración del Mundial, cerca del aeropuerto internacional de Guarulhos.
Unas 50 personas reclamaban mejoras en las vías de acceso a su barrio y, según policía, un grupo de estas saqueó una tienda de fuegos artificiales y empezó a lanzarlos contra la tropa.
Varios vehículos fueron destrozados y la policía los dispersó con bombas lacrimógenas y balas de goma.
Un día antes, unas 10.000 personas marcharon en varias ciudades de Brasil en manifestaciones por mejoras salariales y descontento por los altos gastos del Mundial, entre otros reclamos.
Si bien esta cantidad dista mucho del millón de personas que salió a las calles en junio de 2013 durante la Copa Confederaciones en demanda por mejoras en salud, educación y transporte, muchas de las protestas suelen terminar en violencia y destrozos.
¿La policía también?
Incluso un sector de la policía militar (a cargo de la seguridad ciudadana) del estado de Recife, otra sede mundialista, se declaró en huelga la última semana, pero tuvo que suspenderla debido a saqueos a supermercados en la ciudad.
En tanto, la justicia impidió a la Policía Federal -que vela por la seguridad territorial y migraciones- declararse en huelga en demanda de una reestructuración de la institución.
Grupos de profesores en Rio de Janeiro y en Sao Paulo también protestaron o se declararon en huelga, mientras que conductores de buses en Rio pararon en más de dos ocasiones, generando caos en el transporte de la «Cidade Maravilhosa», sede de la clausura de la Copa.
Hasta personal de la cancillería en consulados como el de Nueva York detuvo sus labores, lo que puede afectar la normal entrega de visas con miras al Mundial.
Copa de las manifestaciones
Si bien hasta hace unas semanas, la mayoría de protestas se realizaba bajo la consigna «Nao vai ter Copa» (No habrá Copa), a éstas se sumaron reividicaciones laborales.
«Los sectores organizados que están frente a estos grupos aprovechan para protestar y ganar algo con la cercanía del Mundial. Creen que es el momento de presionar porque el mundo está mirando a Brasil», dijo André César, analista político de la consultora Perspectiva.
¿Y por qué el descontento? «Hasta el 2010, los brasileños se beneficiaban de un sistema que estimulaba el consumo, se sentían bien. Pero ese modelo se ha ido agotando y el gobierno no ha sabido enfrentar la situación», consideró.
Tras un crecimiento del PIB de 7,5% en 2010, la economía brasileña ha tenido un discreto desempeño en los últimos tres años: 2,7% en 2011; 1% en el 2012 y 2,3% en el 2013. Para el 2014 se prevé una expansión de un 2%.
Nadie arruinará la fiesta
Según dijo recientemente el ministro de Deporte, Aldo Rebelo, es notorio que las protestas no tienen directa relación con el Mundial, que van a disminuir y que el país irá adoptando un clima de fiesta conforme se acerque la fecha.
La presidenta Dilma Rousseff (PT, izquierda), que aspira a la reelección en los comicios de octubre, ha mostrado confianza en que será la «Copa de las Copas». Además, ha dejado en claro que no permitirá vandalismo alguno que dañe el torneo.
«Quien se quiera manifestar puede, pero no puede perjudicar la Copa», dijo, y aseguró recientemente que «una conjunción de fuerzas, incluyendo la Policía Federal, las Fuerzas Armadas y las Policías Militares, garantizará la seguridad».
La policía se ha venido preparando, incluso con apoyo del estadounidense FBI en el manejo de manifestaciones y seguridad.
Para algunos analistas, el desenlace de esta Copa pueden afectar las intenciones de reelección de Rousseff. Si bien figura como favorita, ha ido perdiendo apoyo en los últimos meses.
«El tema no es sólo contra la Copa, sino salarios, reivindicaciones. Eso va sumando y tiende a crecer. Ahora recién el gobierno está discutiendo qué va a hacer. El recado está dado: tiene que resolver cuestiones pendientes», aseguró César de Perspectiva.