Huelgas de trabajadores y policías, demandas sociales y protestas contra la Copa del Mundo: Brasil enfrenta un escenario difícil que pone a prueba su seguridad y organización a sólo 28 días que arranque el Mundial.
Las protestas comenzaron a primera hora de la mañana de este jueves en Sao Paulo, en una jornada en la que hay unas 50 manifestaciones programadas contra la Copa en 10 de las 12 ciudades sede del Mundial.
Flanqueados por neumáticos en llamas, unos 5.000 manifestantes del Movimiento de los Trabajadores sin Techo (MTST) gritaban consignas contra el gasto público en la Copa y exigían una vivienda digna a apenas 300 metros del estadio inaugural del Mundial, el Arena Corinthians en Sao Paulo, constató una periodista de la AFP.
Con enormes carteles que decían «Copa sin Pueblo, en la calle de nuevo» y gritando consignas contra el Mundial, los manifestantes, en su mayoría vestidos de rojo, bloqueaban el tránsito en varias avenidas. No había enfrentamientos por ahora y la marcha era pacífica, aunque batallones de la policía los seguían de cerca.
Nueva ola de reclamos
«La cuenta es regresiva: tienen 28 días para resolver no sólo la (ocupación) ‘Copa del Pueblo’, sino todas las ocupaciones que están en lucha. Si no se resuelve, habrá problemas», alertó Guilherme Boulos, un líder del MTST, en declaraciones a la prensa.
«No está descartado que haya acciones como estas durante la Copa» que arranca el próximo 12 de junio, añadió.
Más de 1.500 familias ocuparon un terreno privado a escasos 4 km del estadio mundialista y bautizaron esta nueva favela como ‘Copa del Pueblo’, en reclamo por los gastos en que Brasil incurrió para organizar el Mundial, calculados en unos 11.000 millones de dólares.
A través de ocupaciones, el MTST presiona a las autoridades para obtener viviendas.
Los reclamos de los manifestantes también se dirigían a la presidenta Dilma Rousseff, sumida en un escenario complejo de cara a la cita mundial y a las elecciones de octubre en las que aspirará a la reelección.
«Dilma ¿dónde está nuestra casa?», gritaban algunos de los manifestantes.
El gobierno izquierdista de Rousseff ya enfrentó en junio del año pasado unas históricas movilizaciones contra el Mundial y en demanda de mejores servicios públicos, justo cuando se disputaba la Copa Confederaciones.
No habrá Copa
Las importantes autopistas Marginal Tieté y Marginal Pinheiros que circundan Sao Paulo estaban bloqueadas por piquetes de manifestantes, lo que empeora el ya caótico tráfico de esta ciudad con 11 millones de habitantes.
Cientos de trabajadores metalúrgicos y del metro de Sao Paulo se manifestaban por su parte en otras zonas de la ciudad, donde también los profesores de la red municipal de escuelas están movilizados desde hace días.
En la rica región de Morumbí, en el sur de la capital paulista, otros manifestantes cortaban el tráfico.
Pero el acto principal contra la Copa está programado para la tarde del jueves en la céntrica avenida Paulista bajo el lema ‘No habrá Copa’, en la séptima manifestación callejera de este tipo este año. Se prevé la asistencia de 15.000 personas.
El ministro de Deportes de Brasil, Aldo Rebelo, le bajó el tono a esta renovada ola de protestas pre mundialistas y dijo el jueves que «no tiene por qué haber pánico».
Según él, las demandas no tienen nada que ver con la Copa.
Movimientos de huelga se suceden en diversos sectores del país.
En Rio de Janeiro, que acogerá siete partidos del Mundial, entre ellos la final el 13 de julio, una huelga de 48 horas paralizó esta semana al menos un 60% de la flota de autobuses y dejó cientos de vehículos dañados. Los vigilantes bancarios de Rio también están en huelga.
En Recife (noreste), parte de la policía militar está en huelga, confirmó a la AFP el gobierno local.
La Policía Federal, por su parte, evalúa este jueves decretar una huelga nacional en demanda de mejoras salariales, que afectaría la seguridad y la migración en aeropuertos y fronteras, aunque la justicia prohibió que se realizara durante el campeonato.
Brasil espera recibir a unos 600.000 turistas extranjeros durante el torneo, además de los tres millones de brasileños que viajarán dentro del territorio.