Abordar el tema en este momento, apenas a 13 meses del mandato de Nicolás Maduro, sería para muchos demasiado precipitado hacer consideraciones sobre sus incidencias en el actual acontecer político nacional, pero en vista de que esta Norma lograda por Hugo Chávez en el 2009 a través de una Enmienda Constitucional, será puesta a prueba el próximo año con la elección de los nuevos aspirantes a diputados de la Asamblea Nacional, se observa que desde ya ellos están viendo a la reelección perpetua como una obstrucción al reemplazo generacional, habida cuenta de que tanto el Presidente de la República, como los diputados, gobernadores y alcaldes, tienen los mismos beneficios de ser reelegidos de manera indefinida.
Lo primero que es necesario considerar es que Maduro no es Chávez. Y lo segundo, es que las condiciones políticas de 2009 no son las mismas de hoy. Y tampoco serán las mismas de mañana. Chávez fue un caudillo político y a pesar de ello, en el 2007 cuando intentó reforzar ese caudillismo con una reforma a la Constitución para reelegirse de manera indefinida, su propuesta fue rechazada por la mayoría de los venezolanos, entre ellos partidarios del chavismo. En el 2009 insistió y lo logró. Meses atrás había pensado en una Enmienda a la Constitución, sólo proponiendo una modificación al artículo 350, señalando sólo la reelección indefinida del Presidente de la República, pero faltando apenas un mes, pensando que podría ser rechazada nuevamente su propuesta, incluso por los propios suyos, decidió incluir a los gobernadores, diputados y alcaldes, con la intención de encontrar más aliados a su propuesta y no fracasar en el segundo intento. El resultado le favoreció 55 a 45 por ciento.
De aquel entonces a hoy, han pasado 5 años. Falleció Chávez, asumió Maduro y luego fue electo Presidente de la República, por un margen muy pequeño de diferencia frente a Henrique Capriles. El ascenso de Maduro al poder fue por iniciativa del propio Chávez y la campaña electoral, aún después de su muerte, la hizo él mismo. Lo que no se conoce que haya endosado Chávez fue la reelección indefinida, ni tampoco cualquier otro acuerdo que tenga relación con la prolongación del poder en el chavismo, a pesar de que antes de morir conversó sobre estos temas con sus más allegados, especialmente Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y uno de sus familiares. Y por supuesto, Fidel Castro. Lo que no hay lugar a duda es que la reelección indefinida es Ley de la República y como tal es la norma a seguir. Sin embargo, esa idea de Chávez que le costó tanto imponerla, hoy aflora con el siempre mismo mal gusto que ha tenido entre quienes aspiran el poder, bien sea para Presidente de la República, diputados, gobernadores o alcaldes.
Los que rechazan la reelección indefinida los podemos encontrar tanto en el gobierno como en la oposición, con el argumento de que los viejos gobiernos se resisten a las reformas y los burócratas se hacen cada vez más incompetentes, adquieren vicios, forman camarillas y consideran que si el jefe es perpetuo, ellos también tiene el derecho de serlos. Y lo más preocupante para quienes aspiran gobernar, es que las nuevas generaciones no encuentran cabida. Por ejemplo, para diciembre del próximo año cuando habrá de elegirse los nuevos diputados a la Asamblea Nacional, todos los actuales diputados tienen la posibilidad de reelegirse, lo que está provocando desde ya críticas a la reelección indefinida y presiones a los partidos tanto del gobierno como de la oposición, en búsqueda de espacios políticos para sus aspiraciones parlamentarias. Una nueva modificación a la Ley traería alivio a todos los niveles del estamento político, pero por ahora nadie ha planteado algo sobre este tema tan escabroso.