Canales de televisión y circuitos radiales en Venezuela, salvo contadas excepciones, han sido tímidos en la cobertura de hechos “incómodos” para el Gobierno. Los altos índices de inseguridad, inflación o desabastecimiento ya no ocupan el primer lugar en los noticieros. Tampoco los episodios de protesta que ascendieron de febrero en adelante.
Programas de investigación, entrevistas y opinión fueron reemplazados por segmentos de entretenimiento o tecnología en los canales nacionales, cuando se desencadenaron las manifestaciones de estudiantes y sociedad civil. Simultáneamente, corresponsales de plantas como Globovisión renunciaron por las limitaciones en la línea editorial.
El cerco a los medios de comunicación no es accidental, responde a mecanismos coercitivos del oficialismo, sostiene el periodista Andrés Cañizales, investigador de la Universidad Católica Andrés Bello y director de Medianálisis.
“El Gobierno encontró diversas maneras para cercar o reducir el espacio hacia la crítica pública. Lo que ocurre es que ha tenido varias facetas y, en particular, en la crisis política que se agudizó el 12 de febrero, tenemos la cara del bloqueo informativo que trata del silenciamiento, especialmente en la televisión abierta. Para nada menospreciable, porque la mitad de los venezolanos solo tienen acceso a ese medio que, si no trasmite la realidad, tiene un impacto importante”, plantea.
Según el especialista en comunicación y democracia, la estrategia de Nicolás Maduro y su tren ejecutivo está basada en la restricción de información.
“El Gobierno no cierra medios (actualmente) pero evita contenidos. Los cambios en momentos álgidos como el 12F, cuando la radio y la televisión se dedicaron a la música y el entretenimiento, obedecen a razones políticas
Chávez y luego Maduro dejaron claro que no quieren medios libres ni abiertos”.
A su juicio el Gobierno tuvo éxito en el control de la información en canales y emisoras. Caso contrario de la prensa escrita, que actúa bajo relativa libertad bajo un esquema de presión oficial, explica.
Con respecto a las restricciones de divisas para la prensa escrita que ocasionó la reducción de paginación de los principales diarios del país, incluidos EL IMPULSO, El Nacional, El Carabobeño, El Universal y Panorama, señala que “la falta de papel se conecta con esa pérdida de canales de información para el ciudadano”.
“En Venezuela hay medios independientes pero tienen más dificultades. EL IMPULSO, por ejemplo, enfrenta una presión de origen administrativo, que luego tiene una connotación política”, agrega el periodista.
De acuerdo con Cañizales es evidente la hegemonía comunicacional del Estado. Prohibir la difusión de hechos que atentan con el ideal socialista es prioridad en la agenda del oficialismo.
“El tema de la información está relacionado con tener el control sobre la sociedad; lo que dice, discute y necesita. Es un aspecto clave que el Gobierno oculte datos, cifras. Demuestra que no quieren información independiente”, puntualiza.
Aunque los ciudadanos consultan en las redes sociales el acontecer nacional, el periodista advierte que la mitad de la población no frecuenta esa plataforma y por tanto queda sin información.
