“Van 42 muertes causadas por las protestas”. Así lo sostiene el PSUV en su “latifundio mediático”. Es decir, los asesinatos no son responsabilidad de los homicidas sino “de las protestas”. Es decir, para estos “revolucionarios”, la gente debe ser sumisa, resignada, arrodillada y sobre todo, no protestar para no ser culpable de su propia muerte. Como el argumento de las viejas dictaduras militares de extrema derecha: “Quien te manda a meterte en política y andar reclamando”.
Junto con esa, criminalizar todo. Incluso cosas tan grotescas como someter a juicio a ejecutivos de un centro comercial de Barquisimeto porque allí se refugiaron los estudiantes para protegerse de la arremetida de los cuerpos represivos de Maduro o acusar de “financiamiento al terrorismo” a familias y comerciantes por obsequiar empanadas, refrescos y cachitos a estudiantes que hacen vigilia protestando por la detención de sus compañeros. Peor aún, acosar a médicos y clínicas que presten asistencia a los heridos en protestas.
Esta campaña lanzada bajo el guión Castro-comunista por el dueto Maduro-cabellista tiene de fondo el propósito de criminalizar todo. Hasta el hermoso gesto de la solidaridad. Guión, por cierto, viejo y desgastado: “Estas protestas terroristas son porque EE UU quiere adueñarse de nuestro petróleo”, chillan. Es risible que sostengan eso quienes no cesan de venderle petróleo “al imperio”, que dependen “del imperio” comprándoles alrededor de 100 mil barriles diarios de combustible y mil cosas más. Que le piden prestado 2 mil millones de dólares a una emblemática petrolera gringa para auxiliar a la hoy arruinada Pdvsa. Pero claro, la estrategia es criminalizar al que protesta convirtiéndolos en “agentes extranjeros”.
Nada nuevo, entonces. Se lo hizo Stalin – en sucesivas purgas – al 80% de sus viejos camaradas bolcheviques de la revolución de octubre de 1917, a quienes acusó de “agentes de potencias extranjeras” para justificar “suicidarlos” o enviarlos al destierro en Siberia y así controlar todo el poder. Ha sido también el viejo truco de los Castro.
Pero el colmo es criminalizar a quienes denuncian crímenes. Es el “summa cum laude” del totalitarismo. Aunque no es tampoco un truco nuevo. Lo hizo Pinochet para quien los defensores de derechos humanos eran “agentes del comunismo internacional”. Aquí el Maduro-cabellismo sostiene lo mismo, pero al revés: “son agentes del imperio en su plan desestabilizador, para justificar una intervención extranjera”. Pinochet redivivo, pues. Videla vuelto a nacer con su doctrina del “enemigo interno”. Todos los totalitarios son iguales…
El Pedro Estrada de Maduro acusa directamente a la diputada Delsa Solórzano, de la Comisión de Derechos Humanos de la MUD, de “elaborar un informe para justificar una agresión contra Venezuela”. Es decir, no existen asesinatos, torturas, ni brutalidades represivas en nuestro país. No existen paramilitares que agreden a estudiantes e incendian universidades con toda impunidad. No hay más de 2.600 detenciones – cinco veces más que en “el Caracazo” – todo es “un plan”. El “tiro”, por supuesto, apunta no sólo a Delsa y al equipo de la MUD, sino a criminalizar a todas las ONG de DD HH y a todo el que se atreva a denunciar. Típico totalitario. ¿O no?