Un país en donde hay estudiantes presos no califica como democrático.
No es una exageración decir que este país no tiene gobierno. Es decir una estructura humana que tome decisiones, que oriente, que dirija, que conduzca las cosas de la república, que resuelva los problemas cotidianos de la población. Y esta situación ocurre desde hace ya bastante tiempo, agudizándose en los últimos años. Pienso que desde el mismo momento en que llegó Chávez y su grupo al poder se comenzó a notar una falta de coherencia en cuanto a lo que es gobernar una nación, cosa diferente a lo que es mandar una nación. El tiempo fuera de los despachos u oficinas gubernamentales que es donde se ejecuta la acción de gobernar se hacía cada vez menor. Más del tiempo hábil de los gobernantes se gastaba o dilapidaba en eventos públicos. Cadenas perpetuas. Por ello todo el aparato estatal se fue paralizando. A alguien, algún genio, se le ocurrió que a lo mejor se podría subsanar esa situación aumentando la burocracia del Estado. Así comenzaron a nacer nuevos ministerios, nuevos vice ministerios y estructuras similares todo ello acompañado, como era lógico suponer, de un aumento excesivo del recurso humano. Para muestra señalemos este botón. De 1999 a 2013 se pasó de 16 a 36 ministerios; de escasos 16 vice ministerios a más de 100 y de 900.000 funcionarios públicos a 2.300.000. Siempre he creído que hay una relación inversamente proporcional entre el número de empleados y la eficiencia o productividad de un proceso. Y el caso Venezuela es un buen ejemplo para demostrar la veracidad de esta tesis.
Ahora bien cuando el ahora denominado “comandante supremo y eterno” entró en la fase terminal de su enfermedad se perdió por completo el concepto de gobierno. Solo quedó aquello que se conoce como unidad de mando que en este caso se ejecutaba desde La Habana, capital de hecho de nuestro país. Y una vez tomada la decisión, al mejor estilo monárquico, de la sucesión se agudizó la ingobernabilidad. Cada quien siguió por la libre. Al punto que no se supo, y todavía no se sabe a ciencia cierta, cuando y de qué murió el comandante en jefe de la revolución. Concluida la semana de exequias, sin inhumación del cadáver que todavía está pendiente tanto por el sitio como por el cadáver, el despelote se hizo política oficial. Concretada la decisión del CNE en cuanto a los resultados electorales y hecha realidad la última voluntad del occiso, se desataron los demonios. Cada quien con su cada cual. Otro botón que demuestra nuestra precepción de no gobierno es que ahora se hace “gobierno de calle”, es decir nadie gobierna.
Y allí están los resultados. Inflación por las nubes; devaluación por el 1.000%; producción petrolera a la baja; PDVSA a punto de quiebra; Se cayeron las reservas de divisas; escasez de todo y lo poco que hay es importado; deuda interna y externa jamás vista; morgues abarrotadas. Subió la pobreza; corrupción galopante; deterioro de todo el aparato productivo, de la salud, de la educación. Destruida la institucionalidad de los poderes públicos. Justicia inexistente. Militares activando políticamente. Colectivos armados haciendo el papel de policías de barrios. Narco tráfico y narco guerrilla actuando impunemente. Pranes mandando en las cárceles. Inquisición en la AN. Violación flagrante de todos los derechos humanos. Muchos controles y nada controlado. Ante este negro panorama, jamás vivido en nuestro país, nos unimos al clamor popular: Si usted no sabe gobernar deje la silla. Para ese puesto siempre hay bastantes candidatos. Y recuerde que es preferible un gobernante malo que uno que no gobierna.
Paraninfo – Se busca gobernante
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