Padres y madres con hijos en el cielo

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“El dolor compartido es más llevadero” es quizás una de las frases más acertadas que hemos oído en los últimos días, una expresión que lleva implícitos miles de recuerdos, muchas ganas de transformar las tristezas en amor y la promesa que después de esa devastadora tormenta, poco a poco y con ayuda, volverá a reinar aquella calma que arrebató la inesperada partida  de un hijo

No es ley de vida que los hijos mueran antes que sus padres, ni es justo que una madre tenga que enterrar a quien nació de su vientre. No es comprensible que la luz del que está lleno de energía se apague en cuestión de segundos, ni es tolerable el desgarro que causa la muerte del fruto del amor, pues es entonces cuando la rutina se convierte en tortura y el aire se hace pesado, las mañanas demoran siglos en aparecer y la noche parece eterna, y es justo allí, tras esa irremediable pérdida, cuando las esperanzas comienzan a desvanecerse y las emociones dejan de tener razón de ser.

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Pero aunque el sólo hecho de pensarlo parta el alma, la triste realidad es que cada vez son más los hogares a los que repentinamente les empezó a faltar un miembro,  así como el número de familias que por una mala jugada del destino dejaron de celebrar las fechas importantes y las casas en las que la Navidad ya no sabe a fiesta, pues desde aquel fatídico día, casi todas las casillas del calendario están vestidas de luto, revolviendo las entrañas y quebrando el corazón en              mil pedazos.

Sin embargo y por increíble que parezca, en medio de tanto dolor hay una buena noticia, y es que gracias a la iniciativa de cuatro mujeres que experimentaron esta tragedia, nació un grupo llamado “Padres y madres con hijos en el cielo”, una organización sin fines de lucro cuya única misión es devolverles las ganas de sonreír a quienes sólo quieren llorar, recordándoles que la vida continúa y empujándolos a seguir respirando, ayudándolos así a salir del pozo sin fondo en el que se encuentran sumergidos y enseñándolos a disfrutar sin temores del recuerdo de quien se convirtió en su ángel de la guarda.

Más que un grupo, una escuela

Maritza González y Raquel Rodríguez fueron las voceras. Ambas perdieron a un hijo, sufrieron de insomnio y sintieron impotencia. Ambas dejaron de comer y se molestaron con Dios por un buen tiempo. Ambas tienen un vació en sus corazones que no podrá ser llenado jamás y, al igual que el resto de sus compañeros, ambas hubiesen deseado poder atravesarse en el camino de aquel mal plan del destino que cegó la mirada de su más grande amor.

Por su parte, Annery, Ana María, Adriana y Wilma son esas 4 guerreras que un buen día, hace 6 años, decidieron convertir el dolor en amor y aprender a vivir con el luto, dejar de sentir rabia y acabar con el sentimiento de culpa, tomando entonces la determinación de recobrar la fe y canalizar la tristeza para honrar a los que partieron y recuperar la esperanza, pues aunque ellas aseguran que nadie puede ocupar el lugar que deja la pérdida de un ser amado, los “padres y madres con hijos en el cielo” dan fe de que los abrazos tienen poderes mágicos que ayudan a sanar el alma, la compañía y solidaridad son reconfortantes y las palabras de aliento dan un poco de paz a quienes atraviesan por tan terrible situación.

¿Cuándo y dónde se reúnen?

– Urbanización La Rosaleda. C.C. Los Cardones. Todos los jueves de 6 a 9 pm

– Centro de Barquisimeto. Iglesia Altagracia. Todos los martes de 3 a 6 pm

– Hospital psiquiátrico de Nirgua. El primer sábado de cada mes a las 8 am

¿Qué hacen allí?

– Obras benéficas, visitas y donativos a hogares de niños y ancianos

– Charlas y talleres con psicólogos, psiquiatras, religiosos y demás especialistas

– Actividades recreativas que ayuden a reír y a entender que la vida continúa

– Brindar apoyo, consuelo y refugio a quienes lo necesiten

– Jornadas de risoterapia y abrazoterapia

– Dinámicas y lecturas

Frases

“Llegar al grupo es el primer paso, pues se está reconociendo la necesidad de ayuda, de ahí en adelante comienza el cambio y la comprensión de que a pesar de la partida el amor sigue vivo”

“En este camino guiado por Dios nos mueve la pasión por servir y llevar mensajes de paz, esperanza, consuelo y amor. Hoy somos una familia y apoyo para reír y llorar”

“Gracias al grupo aprendemos a llevar de mejor manera el duelo. Aprendemos a llorar y a hablar de nuestros hijos, a aceptar la realidad y a ver de nuevo sus fotos”

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