Juanes

Asistimos el domingo pasado, como parte de la audiencia mundial de la televisión, a la canonización de dos nuevos santos de la Iglesia Católica. La circunstancia es muy especial para nosotros, porque se trata de hombres con virtudes heroicas que vivieron en nuestra contemporaneidad. La imagen de Angelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII, es la de la cercanía paternal, su gran “arma” es su sonrisa sencilla y cálida, pero es el gran reformador que convocó el Concilio Vaticano II y encíclicas notables como Mater et Magistra y Pacem in Terris que estimularon la preocupación y movilizaron la acción social y política de jóvenes en todas partes. Karol Wojtyla era el Cardenal de Cracovia, como Juan una elección improbable, después del fugaz pontificado de Albino Luciani, humilde como persona y sólido como teórico. El papa polaco eligió llamarse Juan Pablo II. Su prolongado papado pasó las dos décadas, y sus aportes se sienten en la doctrina del humanismo cristiano, en el contacto directo y personal con millones de personas en su peregrinar por el planeta y a través del carisma formidable, la energía que su personalidad transmitía.
Francisco ha llevado a los altares a dos Juanes. Juan XXIII y Juan Pablo II. Papas de la justicia y de la paz, papas de la cercanía y de la búsqueda de relación de la fe con las angustias de la vida moderna. Papas, oportuno es destacarlo porque este jueves fue 1 de Mayo, que reconocieron y pusieron de relieve la dignidad del trabajo humano.