Tres candidatos con programas de gobierno similares disputan este fin de semana unos comicios presidenciales muy reñidos bajo la sombra de un mandatario saliente popular y omnipresente.
Dos encuestas arrojan un empate técnico entre el candidato oficialista José Domingo Arias, de derecha, Juan Carlos Varela, de centro-derecha y Juan Carlos Navarro, un social demócrata.
Un tercer sondeo le da una leve ventaja a Arias, novato en la política que no ha logrado sacar provecho de la popularidad del actual mandatario Ricardo Martinelli, cuya gestión estuvo marcada por un auge económico generado por los ingresos del Canal de Panamá, un mayor endeudamiento y una mejor recaudación tributaria, una fuerte inversión en obras públicas y algunas acusaciones de autoritarismo y corrupción.
Martinelli no puede buscar la reelección de manera inmediata pero opaca, por momentos, a los candidatos a sucederlo, incluso al de su propio partido, en lo que algunos observadores interpretan como un esfuerzo por mantenerse como el gran referente de la política panameña: cuando no está inaugurando obras de infraestructura vial en la capital, en ceremonias con fuegos artificiales y música en vivo, se lo ve en un acto comiendo pescado frito en un barrio marginal, como en sus tiempos de campaña política.
«Esta será una elección atípica, influenciada por la figura de Martinelli, y no se sabe cuál será su desenlace y si el gobierno aceptará sin problemas los resultados», dijo el sociólogo Marco Gandásegui, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos en Panamá, organismo no gubernamental, quien cree que el actual presidente podría impugnar los resultados electorales en caso de que su partido pierda por una votación muy estrecha.
El propio presidente del Tribunal Electoral Erasmo Pinilla salió recientemente al paso de algunos cuestionamientos sobre la imparcialidad del organismo, surgidos del oficialismo y dijo que «debilitar al árbitro en el momento crucial de un proceso electoral… no tiene otro propósito que preparar el escenario para probablemente cometer un fraude».
A diferencia de otras naciones latinoamericanas cuya Constitución prevé un recuento de votos, en Panamá las papeletas de votación son quemadas una vez concluida la jornada electoral, cuyo resultado queda consignado en actas que son aprobadas por los partidos y luego enviadas a la Junta Nacional de Escrutinio.