¡Muera la inteligencia!

Esta infeliz frase fue pronunciadael 12 de Octubre de 1936 mientras se celebraba el Día de la Hispanidad en la Universidad de Salamanca, con un acto presidido por su rector, el sabio Miguel de Unamuno. La sala estaba llena de franquistas, incluyendo la propia esposa de Franco. La guerra civil ya había comenzado pero formalidades como estas se seguían celebrando lejos del frente, aunque el odio entre adversarios era intenso.
En la sala estaba el general José Millan-Astray gritando “Muera la intelectualidad traidora”, en clara alusióna Unamuno, republicano y catalán, para mas señas. Lafrase se transformaría en “Muera la inteligencia”.Desde entonces esta frase se ha hecho realidad donde quiera que surge un régimen que no tolera el pensamiento diferente al oficial.
Desde hace varios años nuestras universidadesautónomasestán siendoasfixiadas económicamente,asaltadas por bandas de matones que dañan sus instalaciones, hieren a profesores y estudiantes e impiden las actividades que apuntan a desarrollar la inteligencia del país. Y a esos enemigos hay que decirles lo mismo que les dijo Unamuno:
“…no convenceréis porque para convencer… necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha.”. A nuestros matones los ciega la ideología, su propia ignorancia y los odios estimulados desde el poder.Aunque no siempre a las armas de la violencia se les puede oponer las armas de la razón, pero hay que intentarlo siempre, asumiendo la lucha política por la universidad. No podemos callarnos: hay que denunciar lo que ocurre aunque esto signifique suspender la rutina de dar clases.
El cerco contra las universidades tiene el mismo origen que el cerco contra El Impulso pues el saber universitario y el derecho a la información solo florecen en un ambiente de libertad.