¿Alguna vez fantaseó con recuperar o borrar un recuerdo? Pronto, investigadores militares estadounidenses develarán avances en el desarrollo de un implante cerebral que podría restaurar los malogrados recuerdos de soldados y pacientes neurológicos.
La Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA) desarrolla un plan de cuatro años para construir un sofisticado estimulador de la memoria, como parte de una iniciativa de 100 millones de dólares emprendida por el presidente Barack Obama para profundizar la comprensión del cerebro humano.
La ciencia nunca había intentado antes tal cosa y el tema eleva numerosas interrogantes éticas, como por ejemplo si la mente humana puede ser manipulada con el fin de mantener a raya heridas de guerra o para controlar el envejecimiento del cerebro.
Algún día, podrían beneficiarse de esta investigación las millones de personas que sufren de mal de Alzheimer en el mundo, así como los cerca de 300.000 soldados estadounidenses que sufrieron heridas cerebrales graves en Irak y Afganistán.
“Si resultaste herido en el cumplimiento de tu deber y no puedes recordar a tu familia, queremos ser capaces de restaurar este tipo de funciones”, dijo esta semana el gerente del programa del DARPA, Justin Sánchez, en una conferencia en la capital estadounidense convocada por el Centro de Salud Cerebral de la Universidad de Texas.
“Pensamos que podemos desarrollar dispositivos neuroprotésicos que pueden interactuar directamente con el hipocampo para restaurar el primer tipo de recuerdos a los que apuntamos, es decir la memoria declarativa”, dijo.
La memoria declarativa, también llamada memoria explícita, es una forma de memoria a largo plazo que almacena la identificación de personas, acontecimientos, hechos y cifras. Ninguna investigación ha mostrado jamás que estos recuerdos pueden recuperarse una vez que se han perdido.
Como un marcapasos
Lo que los científicos en esta área son capaces de hacer por el momento es ayudar a reducir los temblores de las personas con mal de Parkinson, controlar las convulsiones de los epilépticos y mejorar la memoria de algunos pacientes de Alzheimer a través de un proceso llamado estimulación cerebral.
Estos dispositivos, inspirados en los marcapasos de los pacientes cardíacos, envían acompasadamente electricidad al cerebro, pero no funcionan igual en todos los enfermos.
Los expertos aseguran que es necesario desarrollar algo similar para trabajar en la recuperación de la memoria.
“La memoria es un asunto de patrones y conexiones”, explicó Robert Hampson, profesor asociado de la universidad Wake Forest.
“Para que desarrollemos la prótesis de memoria, debemos tener antes algo que nos muestre cuáles son los patrones específicos”, señaló Hampson, declinando hablar explícitamente sobre la investigación del DARPA.
La investigación de este científico en ratas y simios ha demostrado que las neuronas del hipocampo –la zona del cerebro que procesa la memoria– se activan de maneras distintas cuando el sujeto ve el color rojo o el azul, o cuando es enfrentado a una fotografía de un rostro o de un alimento.
Equipado con este descubrimiento, Hampson y sus colegas han podido extender la memoria de corto plazo de los animales usando prótesis cerebrales para estimular el hipocampo.
También lograron que un mono drogado actuara casi normalmente al realizar una tarea a memoria, y confundirlo manipulando la señal para hacerlo elegir la imagen opuesta a la que éste recordaba.
Así, de acuerdo a Hampson, para restaurar un recuerdo humano específico, los científicos necesitarían saber cuál es exactamente el patrón, o la ruta, de ese recuerdo.
Otros científicos consideran que pueden mejorar la memoria de una persona ayudando al cerebro a actuar de una forma similar a la que actuaba antes del traumatismo.
Preocupaciones éticas
Es fácil prever que la manipulación de los recuerdos de una persona abrirá un campo de batalla ético. Así lo señaló Arthur Caplan, médico especializado en ética en el centro médico de la universidad Langone de Nueva York.
“Cuando te pones a hurgar el cerebro estás metiéndote con la identidad de la persona”, dijo Caplan, quien asesora al DARPA en asuntos de biología sintética, aunque no en neurociencia.
“El costo de alterar la mente es que corres el riesgo de perder tu identidad. Esa es la nueva clase de peligros que estamos enfrentando”.
En lo que respecta a los soldados, la posibilidad de que sea factible borrar memorias o inocular nuevos recuerdos puede interferir con las técnicas de combate, hacer que los guerreros sean más violentos y menos escrupulosos o incluso se puede usar para frustrar investigaciones de crímenes de guerra, advirtió.
“Si me puedo tomar una pastilla o ponerme un casco para que me borren algunos recuerdos, tal vez no tengo que vivir con las consecuencias de lo que hice”, dijo Caplan.
El sitio web del DARPA señala que, debido a que sus “programas impulsan la vanguardia de la ciencia”, la agencia “periódicamente se reúne con experimentados académicos para discutir temas éticos, legales y sociales”.
Ahora bien: está por verse quién será el valiente que se preste como cobaya para los primeros experimentos en humanos.
Sánchez afirmó que los próximos pasos en esta investigación serán anunciados dentro de pocos meses. “Tenemos algunos de los científicos más talentosos de nuestro país trabajando en este proyecto. Así que manténganse alerta. Ocurrirán muchas cosas muy emocionantes en un futuro muy cercano”.