Caminito que un día: Una guarimba del siglo XIX en Barquisimeto (y 2)

Un periódico afecto a la derecha conservadora de Barquisimeto, llamado “El Restaurador”, propiedad, aunque negada, de un ciudadano de origen español vecino de Cabudare, de nombre Francisco Javier Mendoza, se lamentaba el 18 de junio de 1855 que Basilio Roque, Rudecindo Freitez, Juan Bajarano, Ramón Vilaró, Diego Troconis, Juan Tamayo tuvieron que haberse exiliado al ser acusados con “la más vil calumnia de suponerlos cómplices, en el hecho horroroso del desgraciado Sr. Aguinagalde, hecho posible pero imprevisto, incidental producto lamentable y doloroso, de la combinación de inexcrutables secretos que sólo Dios guarda la llave…”
En otras palabras los conservadores de Barquisimeto que planificaron, organizaron y llevaron a cabo el asesinato del gobernador Aguinagalde, del jefe político de Cabudare y malhirió a Pedro Planas, negaban su responsabilidad y, al contrario, alegaban ser víctimas, vilmente calumniados por las autoridades legítimas.
Se preguntaba el redactor del periódico:
“¿Y por qué tanto rigor con estos beneméritos ciudadanos? ¡Ah, increíble parece! Porque eran los más pronunciados adversarios de Planas y de la pandilla que aun nos oprime; porque en ellos encuentra el crimen y la maldad poderosos contrarios, que con decisión y energía afrontaban el más degradante despotismo”
Nadie que yo sepa ha incurrido en la injusticia de que durante el gobierno de Aguinagalde la opresión, el despotismo y el crimen haya sido política de su administración, ni siquiera de modo incidental; lo que si hubo, y de eso se ha escrito bastante, fueron propuestas humanitarias abogando por leyes contra la esclavitud y cuando ésta se logró mediante decreto del Congreso, Aguinagalde presidió la Junta Superior de Abolición en la provincia, a eso se dedicaba cuando quienes, entre otras cosas, se oponían en la abolición, lo asesinaron.
La derecha conservadora y esclavista de Barquisimeto, desde “El Restaurador”, implacable en su oposición desgaritada contra el Gobierno liberal (“atroz comunismo” lo calificaba el Padre Macario Yépez), escribía cuál era su punto de vista sobre la situación en la región:
“Presa la Provincia de Barquisimeto de la Camarilla que por más de cuatro años la domina con el cinismo más repugnante y atrevido, desarrolla hoy con más arrogancia su famélica ambición y descansando en la protección que segura le dispensa el gobierno enviándole fuerzas y jefes que la escuden, acomete despiadada la continuación sacrílega de su bárbaro sistema”.
Si, como dicen, la historia no se repite ¿cómo es que tantos acontecimientos de Venezuela o sus regiones, en épocas tan lejanas, son tan semejantes?
¿O son los bandos protagonistas los que siempre son los mismos, defendiendo intereses y luchando por esperanzas?