Planteamientos – Dilema político: ¿Salida o deslinde?

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“Nada es tan difícil como descubrir lo obvio”. La frase se le atribuye a Newton. Me decía un amigo: “Profe, una de las cosas más raras es verle las medias a un cura, pero en la política venezolana eso pasa a cada rato. Los eclesiásticos condenan la violencia contra quienes ejercen la protesta y les da tristeza la represión contra las barricadas, pero no dicen nada del terrorismo que allí se crea”.
Después de valorar el esfuerzo de las nuevas corrientes de la historiografía por “desmitificar” la condición de héroes que prevalece en el imaginario popular, el discurso político alienta una épica que les da tal condición a los estudiantes. Pero se obvia que nos son la totalidad y que entre ellos hay diferencias. Obviamente, el liderazgo partidista parece en declive.
El dilema político, en nuestra opinión, pasa por el deslinde frente a quienes propician la violencia, de parte y parte. Y en esto, la inconsistencia entre el discurso y las acciones no ayuda para nada. La incertidumbre obliga a preguntar, como dice la letra de la canción: ¿Que alguien me diga, se me hace urgente? ¿Cuál es la viabilidad de una lucha cuyo objetivo es la renuncia del presidente y que insiste en que no habrá clases hasta que no lo consigan? Obvio pensar lo que eso significa para quienes promueven “estudiar y luchar” o “trabajar y protestar”, pero eso no está en los planes del radicalismo. Además, también pareciese obvio que si la protesta no termina en violencia, no es efectiva. En la MUD muy pocos lo avizoraron con responsabilidad. El gobernador Henri Falcón entre ellos. Prevaleció el pragmatismo. En la UCLA, las autoridades llamaron a clases pero profesores y estudiantes no se incorporaron. El personal administrativo labora a medio tiempo y los obreros en su horario normal. Otras instituciones trabajan en medio de la inseguridad. Y también protestan. La mixtura también es válida.
En clave de complejidad, el dilema no es disyuntivo. Una desobediencia civil con violencia y muertes no es la “salida”. Betancourt, Carlos Andrés Pérez y el propio Hugo Chávez, son ejemplos. La Carta Magna tiene otras vías. Se obvia, lo obvio.

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