El verdadero antagonismo de fondo que ha marcado la dinámica de las últimas décadas en venezuela no es entre izquierda y derecha o pueblo y burguesía, sino entre la política y la antipolítica. La incuestionable frase de que “sin partidos no hay democracia” parece no ser digerida por una parte de la sociedad. los antipolíticos de un lado insistirán siempre en buscar un caudillo que mande hasta después de su muerte, mientras que los antipolíticos del otro lado insistirán en llegar al poder por vías anárquicas y abruptas sin reparar en consecuencias. aunque parecen estar a los extremos del debate estos sectores también llamados “radicales” son socios en su concepción antipolítica que conspira contra la consolidación de un pacto de gobernabilidad dentro de una democracia de partidos, que es la única que se conoce en el mundo hasta ahora.
En el conflicto actual se evidencia claramente el gen de la antipolítica en ambos bandos. La protesta estudiantil legítima ha sido usada por algunos como bandera para destruir a la MUD y descalificar a los partidos, llegando al punto de satanizar un diálogo frente al vaticano que a todas luces significa un gran avance para la oposición que en menos de un año tiene a Maduro reconociendo ante el mundo una crisis. El dialogo es totalmente complementario a la protesta en un escenario donde cada quien cumple un rol autónomamente. Los estudiantes tienen derecho a protestar pero los partidos tienen el deber de procurar cambios concretos para que esa protesta no sea en vano y se traduzca en un avance y no en un retroceso. Quienes lo ven excluyente y creen que lo único que hay que hacer es poner barricadas en la calle, están poniendo toda su esperanza a la utopía de una renuncia o a la aventura militarista. Y aún así, ¿Quién gobierna el día después? Sin partidos políticos no hay democracia, entiéndanlo de una vez por todas que ya la historia nos dio una lección muy costosa al respecto.
La gobernabilidad democrática, que debe ser el objetivo verdadero, no se logra sin el ejercicio político y el entendimiento de dos grandes bandos que representan casi equitativamente dos mitades en el país. Lo otro es guerra civil o dictadura formal, que es a lo que nos llevaría a la antipolítica. Haber visto a Ramon Guillermo, Ramos Allup, Andrés Velásquez, Henri Falcón y Henrique Capriles entro otros, en cadena nacional poniendo en su sitio al Gobierno no tiene precio. Ese día todo el país sin excepción se dio cuenta que el Gobierno está en crisis y que hay una alternativa mejor. Ahora la pelota está del lado de Maduro, es él a quien le toca decidir si sucumbe a la antipolítica roja o restituye la vigencia de la constitución para darle apertura institucional a la disidencia.
En la “Cuarta” se legalizaron los partidos comunistas que habían optado por la guerrilla, se consagró el derecho proporcional de las minorías para que la izquierda tenga voz y voto efectivo en el parlamento, más tarde se indultó a Chávez y se le dejó participar en elecciones a pesar de haber dado un golpe de estado sangriento. Pero ahora el gobierno hace exactamente lo contrario, destituye alcaldes, mete preso a los opositores, inhabilita diputados y hasta ilegaliza partidos. O se revierte esa práctica o será la calle el único escenario viable para que la mitad del país se exprese. Ojalá triunfe la política y le evitemos a este noble pueblo episodios violentos que duran décadas en superarse con saldos nefastos para todos los sectores del país. Ya la MUD cumplió con su deber histórico, lo que pase de aquí en adelante será responsabilidad exclusiva del Gobierno.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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